SEPTIEMBRE 2020


SEMBRADORES DE ESPERANZA

Ante lo vivido a causa de la pandemia, que ha sido una gran sacudida para cada uno y para el mundo entero, que ha provocado diferentes tipos de crisis: sanitaria, económica, laboral, social… y que la fragilidad humana ha sido más evidente, me pregunto cuál debería ser la respuesta de los cristianos. Considero que tenemos un papel significativo en nuestro entorno: ser sembradores de esperanza.

Este reto humano se puede realizar desde diferentes aspectos: desde la esperanza humana, desde la esperanza religiosa o como virtud teologal. Puede tener muchas lecturas e interpretaciones, pero el plus que deseo profundizar es a partir del compromiso cristiano. Es decir, sentirnos partícipes de la Iglesia, de la parroquia, de la comunidad… en definitiva, del Reino de Dios. Sabemos que este Reino es el mismo Cristo que transforma la vida de cualquier persona que se acerca a Él. Sentirnos parte de este Reino es caminar con Cristo y vivir anclados en Dios.

A través del Evangelio descubrimos, leemos y profundizamos los distintos relatos que nos ayudan a dar testimonio de Cristo. En concreto, lo hacemos a través de las parábolas, que facilitan la comprensión del significado del Reino de Dios, estos relatos sencillos y prácticos que son como lecciones de vida que interpelan la propia manera de ser y estar en el mundo.

Formar parte del Reino requiere de compromiso y esfuerzo. Todos estamos llamados a formar parte de este Reino que es anunciado, que está cerca, que es buscado, que es dado… y que con palabras del teólogo Rovira Belloso es esperanza porque permite sentir y vivir una confianza total ante un proyecto de vida con un nuevo estilo distinto a la tradición judía. Todos estamos invitados a participar de este Reino que pide una constante conversión para estar dispuestos a hacer la voluntad de Dios. También Rovira Belloso describe el Reino como «el pulmón» y «el horizonte». Es decir, un Reino que no se impone, sino que se descubre y se encarna en la vida formando parte de la propia respiración y del latido del corazón; y para el cristiano es la capacidad de percibir este horizonte real y a la vez transcendente.

El 18 de mayo de este año 2020 se celebró el centenario del nacimiento de Karol Wojtyla, San Juan Pablo II que estuvo casi 27 años de pontificado (1978-2005) y falleció el 2 de abril del 2005. Él vivió momentos históricos muy complicados y de su biografía se destaca su capacidad de ser portador de esperanza ante el dolor y sufrimiento porque, precisamente, la esperanza da sentido a la vida. A su vez, el Papa Francisco habla de la esperanza como la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte. A partir de la esperanza nos invita «a mirar con nuevos ojos nuestra existencia, especialmente ahora que estamos pasando por una dura prueba, y a mirarla a través de los ojos de Jesús, el autor de la esperanza, para que nos ayude a superar estos días difíciles, con la certeza de que las tinieblas se convertirán en luz.»

Imagenes 123RF - Diario Tiempo Digital Mx

A lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido las dificultades que han provocado desánimo, incertidumbre, inseguridad y falta de esperanza.
 
Aprendamos de nuestro Maestro Jesús a ser generadores y portadores de esperanza para dar sosiego y paz ante cualquier contrariedad. Repensemos aquello que es fundamental en nuestra vida y profundicemos en lo que realmente es valioso. Seamos constructores del Reino de Dios proclamado por Jesús que invita a ser solidarios, justos, entusiastas, creativos… Todo ello contribuye a vivir el Reino de la caridad.

Assumpta Sendra Mestre 

Profesora de Humanidades URL-Barcelona
Miembro de la Colegiata Nuestra Señora del Cielo
 



MEDITACIONES                             

                      

Cortesía de Josefina Bermúdez - Colombia

1 comentario:

  1. Ser misioneros de esperanza, ser misioneros constructores de Reino de Dios ahí, donde estamos sembrados es la labor de mayor sentido cuando el mundo pareciera que da la espalda a Dios. Nos quieren arrastrar por otros caminos que son de oscuridad, desesperanza y muerte... Pero no. Con Dios iluminando el sendero, la esperanza está mas viva que nunca. Por más incertidumbres que aparezcan mirando a los ojos de Jesús todo es posible: la esperanza nunca se apaga. Ánimo, a vivir con paz en el corazón y a pesar de las adversidades ajardinar con Paz el mundo!

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