Anclados en la esperanza
Es urgente revisar el sentido auténtico de la esperanza tanto de manera personal como colectiva. Es necesario conocer por qué el Papa Francisco propone el Año Jubilar 2025 Spes non confundit, ‘la esperanza no defrauda’ palabras ya expresadas por San Pablo en la Carta a los Romanos 5, 5: «Una esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado». ¡Qué profundidad tener en cuenta que Dios llena con su amor nuestro corazón y que nos sostiene y acompaña siempre!
El Papa nos ofrece la oportunidad
de replantear nuevos retos desde una nueva mirada. Sabemos que la esperanza es
una actitud humana que forma parte del propio ser y que cada uno responde de
manera distinta ante las adversidades. Cualquier persona ha vivido y vive
momentos de esperanza y desesperanza. Cada uno siente y vive el sentido de la
esperanza de modo distinto, ya que depende de muchos aspectos, básicamente de
cómo uno se siente y del momento personal. Cuando se vive instalado en la
esperanza hay más capacidad de asumir contratiempos, sufrimientos,
dificultades, problemas y un largo etcétera. Y si además se vive instalado con
y desde Dios, todo toma otra dimensión.
El documento del Papa describe el
momento actual lleno de dificultades, tanto en el mundo como en la Iglesia:
Todavía hace referencia a la pandemia mundial y sus consecuencias de cómo se
sufrió y el drama de morir en soledad. Todo ello produjo incertidumbre, miedo,
impotencia, dudas, desconcierto… Menciona la pérdida de valores humanos y
cristianos y la poca transmisión de fe de unas generaciones a otras porque las
familias se han descristianizado. Dice que, en nuestro entorno sociocultural
actual, la pregunta sobre Dios y la fe pasa desapercibida y esto dificulta una
apertura hacia el trascendente. Y reconoce la falta de entusiasmo por parte de
las parroquias, sacerdotes y evangelizadores en su tarea de evangelizar. Todo
ello forma parte de nuestra realidad y no podemos ignorarlo. El Papa dice que
estas y muchas otras situaciones de violencia, conflictos, injusticias…
producen desánimo, pesimismo, desencanto, inseguridad, desesperación… y
advierte que estas dificultades no pueden bloquearnos ni paralizarnos, sino que
deben llevarnos a encontrar un sentido.
Consideremos cual es nuestro
compromiso e implicación para ser portadores de esperanza con la palabra y los
hechos. La esperanza se relaciona con el valor del esfuerzo y es un valor de la
madurez humana. También es una vocación solidaria que permite contagiar nuestro
entusiasmo, dar ánimos y ofrecer nuestra ayuda. Transmitirla es no esconder ni
endulzar las dificultades, sino asumirlas plenamente desde la confianza y
autenticidad.
La esperanza solo se puede
transmitir cuando realmente se vive y se siente, es agotador ser portador de
ella si no hay esta coherencia entre el vivir y dar. Solo se puede ofrecer
cuando realmente se vive. Ser donador de esperanza pide aceptar la realidad y
asumir con valentía y decisión la responsabilidad de la propia vida.
La esperanza es dinámica y activa
como el ser humano. Y desde la mirada trascendente, es esa parte de la fe que
proporciona que las inquietudes, esfuerzos y entrega incondicional para
colaborar y contribuir con las realidades, sean más solidarias. Esperanza, fe y
caridad, las tres virtudes teologales son los referentes para vivir de forma
coherente nuestro compromiso como creyente.
Seamos ‘signos tangibles’ de esperanza ante cualquier situación, portadores de esperanza con nuestras actitudes, sembradores de esperanza con el deseo de recoger frutos que posibilitan el bien, generadores de esperanza en nuestros ambientes cotidianos, testimonios creíbles de esperanza con nuestra manera de ser. Y seamos luz de esperanza para orientar en el camino de la vida. Todo ello será posible si estamos bien enraizados en Cristo Resucitado.
Fuente: Hoja de Nuestra Señora de la ClaraEsperanza No.220
Fe, esperanza y caridad, virtudes teologales vividas en nuestro caminar como cristianos.
ResponderEliminarQue importante y significativo el jubileo de la Esperanza en un mundo actual de tanta tiniebla.
Agradecimiento al Papa por esta intuición e invitación para vivir un año dedicado a la reflexión y unción en la Esperaza.
Gracias por el artículo.