El jubileo de los misioneros digitales
Leticia Soberón
Roma, 28 y 29 de julio 2025
Psicóloga experta en comunicación colaborativa
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo
¿Qué duda cabe de que nuestra cultura está atravesada por las realidades digitales?. Nos movemos con soltura entre los entornos físicos (donde está nuestro cuerpo) y los entornos digitales (donde interactuamos a través de pantallas). Uno y otro están estrechamente relacionados. Lo digital afecta a lo físico y viceversa. Los amigos que se conocen en digital terminan con ganas de verse físicamente; y las realidades físicas se impulsan y promueven a través de lo digital. Es así nuestra vivencia cultural a cualquier edad… ¡cuánto más la de los jóvenes!.
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Imagen Cortesía de Leticia Soberón |
Las redes sociales son una forma digital donde la interacción es muy intensa. Sea a través de textos, de audio o de vídeo, las personas se expresan y se comunican, intercambian, preguntan, buscan, aprenden. También se dispersan, se atontan, se pierden en contenidos inconexos y a veces muy frívolos o dañinos. Las redes sociales están diseñadas por sus creadores para atraer y mantener la atención de los usuarios cuanto más mejor.
Es por eso que hace años ya que muchas personas de distintas edades y estilos han ido entrando en el entorno digital para comunicar su vivencia de fe. Y han encontrado personas que, precisamente, buscaban comprender mejor la fe en Jesús. Se trata de misioneros y misioneras digitales que, con sus carismas personales, ejercen una escucha y un diálogo enriquecedor en las redes sociales.
De la perplejidad a la apertura.
La Iglesia en su conjunto ha tardado mucho en darse cuenta del valor y el potencial de este nuevo espacio social. Mi modesta trayectoria en este campo -siempre desde la gestión, no desde las cámaras- empezó en 1995 con el impulso a la Red Informática de la Iglesia en América Latina, y sé por experiencia que cuesta mucho romper la resistencia de muchas autoridades eclesiales en este campo. Consideran la misión digital como una huida de la realidad, algo negativo, egocéntrico, riesgoso.
Aunque no les falten motivos porque los riesgos existen, son mucho mayores los signos de esperanza. Pensemos que, en su conjunto, los misioneros digitales llegan a más personas que las que van a misa semanalmente. ¡E interactúan con sus misionero@s digitales! Se sienten escuchados, acogidos, comprendidos. Y muchos empiezan a buscar una comunidad para vivir la fe de manera presencial.
Hay muchos y muchas con varios millones de seguidores. Y no son influencers que buscan simplemente el número. Son personas que oran, son testigos, interactúan, escuchan, responden, son una cara cercana de la Iglesia en un mundo tan masificado.
El punto de inflexión para que la Iglesia tomara conciencia de esto, fue la Escucha digital durante el Sínodo de la Sinodalidad. En 2022 un grupo decidimos proponerle a la Secretaría del Sínodo que se escuchara también en los entornos digitales a través de misioneros y misioneras ya presentes. Aceptaron, y recogimos 110 mil respuestas. Hicimos una síntesis (infografía) y les encantó nuestro reporte. Bautizamos a la iniciativa como “La Iglesia te escucha”. Seguimos adelante a lo largo del Sínodo, y dos representantes (Hna. Xiskya Valladares y José Manuel Urquidi) estuvieron en las dos Asambleas Sinodales. Allí surgió la conciencia, en muchos Obispos y Cardenales, de que esto iba en serio. Vieron su realidad y su potencial.
Un jubileo lleno de júbilo
Se organizó entonces el Jubileo para este sector tan nuevo en la Iglesia. Esperábamos 600 y se inscribieron 1200. El espíritu fue de alegría por verse reconocidos por la Iglesia de un modo tan claro. El Jubileo tuvo momentos de profundización y aprendizaje, de silencio y oración, y de fiesta auténtica. Muy plural en estilos, procedencias (70 países), 5 lenguas.
Desde el Papa (que nos envió a “reparar las redes, hacerlas más humanas, lugares de amistad auténtica y relación respetuosa”), y que nos pidió ser artífices de paz, al Secretario de Estado Mons. Parolín, el responsable de los Jubileos Obispo Fisichella, y el Padre Antonio Spadaro SJ, dieron mensajes de autenticidad, de acogida y de impulso. ¡Por primera vez formalmente la Iglesia acogía esta nueva forma de misión!
El equipo romano de organización dirigido por el Padre Lucio Ruiz (Secretario del Dicasterio para la Comunicación) trabajó intensamente. Los que llevábamos con él meses diseñando el conjunto también tuvimos días muy fuertes, pero llenos de alegría.
Nada de esto hubiera sido posible sin el impulso del Espíritu Santo que nos precede, nos empuja, nos llena de alegría, nos sostiene en los momentos duros. Es Él quien nos hace confiar en el Padre y parecernos a Jesús. Él quien unifica, quien sana heridas, quien congrega.
La vivencia de hermanamiento y de comunión fue muy auténtica. Un americano que había ido -lo dijo- con cierto escepticismo, afirmó: “Vine peregrino y me voy hijo”.
Ahora toca a la siguiente generación seguir remando mar adentro, con esperanza y con la alegría de sentirse hijos de la Iglesia.
Meditación
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