OCTUBRE 2020

 DORITA ACUÑA FÉLIX: UN REGALO DEL CIELO

“No sé cómo decirlo: Dorita ha muerto”. Es el mensaje WhatsApp que llegó el 12 de julio 2020 a los teléfonos móviles de muchas personas en diferentes rincones del mundo.  Dorita Acuña Félix tenía amigos en muchos países. Fue miembro de la Colegiata Nuestra Señora del Cielo desde su fundación en abril 1994, y en su casa se albergó la primera sede de la asociación.

Nació el 24 de marzo 1934 en Tesopaco-Rosario, Sonora, México. Fue la tercera de 11 hermanos. A los 16 años sintió una llamada a seguir a Cristo y se puso a disposición de la Iglesia.  Trabajó en diversos apostolados colaborando con el obispo de Sonora, Don Juan Navarrete y más tarde fue secretaria suya.

Don Armando Chávez Camacho da en un libro suyo[1] el siguiente testimonio sobre Dorita: “Entre tersuras y suavidades, y una voz apenas audible, la señorita Dorita Acuña, esconde un alma grande y una casi desconocida capacidad de servicio”. Y la califica como “navarretiana” sin ruido.

Cuando Don Juan Navarrete por edad y salud dimitió, Dorita cambia de trabajo: aprende de su hermana Carene a hacer pasteles y pone un negocio de pastelería. Tuvo mucho éxito: vendía a restaurantes y particulares, tenía 3 dependientas y ella misma en su pequeño Nissan repartía los pasteles.

Cerca de la pastelería vivieron unos sacerdotes españoles. Dorita no dudó en ofrecer su ayuda en lo que pudieran necesitar. A partir de ahí empezó una gran amistad y una nueva etapa: impactada por el estilo humano y espiritual que percibía en la vida de estos sacerdotes, Dorita volvió a dejarlo todo otra vez y aceptó una invitación de viajar a España. Allí entró en un grupo de mujeres laicas[2] que viven el mismo estilo que sus vecinos amigos en Hermosillo.

Los testimonios[3] sobre Dorita son convergentes. Amigos y amigas han dicho:

-          … sus cualidades muy sobresalientes eran: amabilidad, dulzura, mucho cariño, físicamente muy débil, espiritualmente muy fuerte…

-          … muy trabajadora, no paraba, pacífica y pacificaba, unía.

-          … muy creativa, mujer de silencio, no hacía ruido, muy sencilla y eficaz, humilde...

-          … tenía una paciencia infinita y era buena como nadie…

-          … me queda de ella su imagen discreta, juvenil, callada, servicial, luchadora …

-          … siempre dispuesta a ayudar y colaborar en todo lo que se le pedía…

-          … muy prudente y a su vez, lanzada hacia adelante

-          … Dorita era un regalo de Dios, siempre luchando por hacer felices a los que estábamos a su alrededor.

 

Su familia de Hermosillo, México dice: “dedicó su vida a dar sin esperar recibir nada a cambio y decidió entregar su vida a la oración y la ayuda al prójimo”.

Para la Colegiata Nuestra Señora del Cielo, Dorita es un ejemplo. La teología que queremos elaborar no es únicamente académica: es también vivencial.  Dorita nos ha revelado tantas cosas de Dios, simplemente con su vida. Fue secretaria de un obispo, misionera con indios Yaquis, dio todo su cariño maternal en un hogar para niñas huérfanas, fue pastelera excelente y amiga fiel… Son “ocupaciones” muy diversas, sin embargo, tienen en común que Dorita realizaba todo con amor y con este espíritu de servicio, que nosotras solemos llamar “ultimidad”[4] . En nombre de todas las colegiadas podemos decir: ¡gracias Dorita, fuiste y eres un regalo del Cielo!

 


Pauline Lodder y Lola Cabrera

Colegiata de Nuestra Señora del Cielo 




[1] Juan Navarrete, un hombre enviado por Dios, páginas 204-205, Armando Chávez-Camacho, editorial Porrúa, México, 1983

[2] Grupo Claraeulalia

[3] Testimonios de Julio Lozano, María Victoria Jiménez, Montserrat Español, Ignacio Fernández, Marina Villa, Francisco Núñez

[4] La madre de los Zebedeos pidió a Jesús que cuando Él fundara su reino, sentara a su derecha y a su izquierda, a sus hijos –los apóstoles Santiago y Juan. Cristo le respondió «el que quiera ser primero que se haga último». Jesucristo proclama en este pasaje una virtud que es esencial a todo cristiano para ser de verdad ciudadano de este Reino de Dios que trajo a la tierra, como antesala del Reino en plenitud de los Cielos. Virtud que podríamos llamar de la «Ultimidad»   https://www.universitasalbertiana.org/component/k2/206-la-ultimidad

 


MEDITACIONES

Cortesía de Sor Natividad Portolés - España


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