MAYO 2023

La espiritualidad de la vida cotidiana


Cada vez se habla más de espiritualidad. Probablemente sea uno de los términos de los cuales más se habla hoy en día. Personas que se declaran abiertamente “no creyentes” o alejados de cualquier tradición religiosa, sin embargo consideran la espiritualidad como una dimensión que les conecta con su yo profundo y que quieren vivir e incorporar en su vida. Para los creyentes, la espiritualidad está íntimamente vinculada a la religión que profesan.

A menudo cuando pensamos en la espiritualidad, nos imaginamos una vida alejada de lo mundano, de lo terrenal, como algo destinado solo a quienes han decidido apartarse del mundo y llevar una vida monástica o ermitaña. Sin embargo, la espiritualidad se desarrolla en la vida cotidiana.

Actualmente, autoras como Margarita Saldaña, periodista y licenciada en Teología Dogmática, han hablado y escrito sobre la espiritualidad de lo cotidiano, afirmando que ese tipo de espiritualidad ha estado olvidada por la teología y el magisterio.

Según expresa Saldaña, es una espiritualidad que tiene su origen en Nazaret. En el espacio, en el territorio, en la aldea, en la casa que Jesús habitó durante treinta años de su vida. Se habla de que los años transcurridos en Nazaret fueron la preparación para la misión. Pero, ¿Nazaret fue solo una especie de sala de espera para lo que vendría después, para lo “verdaderamente” importante, para la “auténtica” misión? ¿O Nazareth, en sí misma, ya entraña una misión?  Esos años en Nazareth fueron como las raíces y ya sabemos que las raíces, normalmente, no se ven, están ocultas, enterradas en la tierra, pero ellas son las que sostienen al árbol. En esa aldea, que no aparecía ni en los mapas de la época, se desarrolló la mayor parte de la vida de Jesús. Ahí fue donde se forjó su ser y su unidad con Dios Padre y donde, junto con María y José, se vivió una célula de Reino.

El sacerdote y médico Alfredo Rubio de Castarlenas, escribió un texto denominado “Itinerario”, en el cual muestra un estilo de espiritualidad. Este itinerario se desarrolla en una casa de tres plantas y su entorno. En cada uno de esos espacios se vive una dimensión de la vida personal, grupal y social. Es una espiritualidad que se circunscribe a algo tan necesario y, a la vez, tan cotidiano, como es el hábitat que permite la vida y la convivencia.

Imagen Lourdes Flavià

La vida transcurre adentro y afuera de la casa. Desde dentro hacia afuera. Desde la vida interior hacia la vida exterior; desde el espacio personal de soledad y silencio hacia la vida de familia, de comunidad y, desde ella, a la presencia y al trabajo en la sociedad.

El Nazareth de cada persona es lugar de revelación, es lugar teológico, donde Dios se va manifestando en las pequeñas cosas y acontecimientos de cada día.

Esos hilos que van tejiendo el devenir de la vida cotidiana adquieren significancia cuando dejamos que el Espíritu de Dios penetre en ellos, cuando permitimos que el Espíritu los impregne con su perfume. La rutina de cada día, con unos horarios establecidos, con unos recorridos siempre más o menos los mismos, con unas obligaciones y unas relaciones familiares, laborales o sociales muy repetitivas… esa rutina puede ser algo mecánico y vacío o puede estar llena de sentido, de presencia y de significado, en la medida en que dejamos que el Espíritu de Dios habite nuestro espacio cotidiano. Ese amor de caridad que, como decía A. Rubio, “lo transforma todo. ¿Por qué no se cansa y no se aburre? Porque tiene el milagro de hacer cada día las cosas nuevas, como si fuera la primera vez que se viven; hace nuevo todo lo que toca, resucita todo lo que toca, lo transforma y lo ilumina, siempre es nuevo el Amor de caridad.”

La vida cotidiana es también espacio privilegiado para la misión: la misión de configurarnos con las tres personas de la Santísima Trinidad. Solo desde la unión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu podemos dar fruto más allá de las paredes de la casa. Algunos frutos que se desprenden de la espiritualidad de la vida cotidiana, según Margarita Saldaña, son el agradecimiento (actitud digna de ser cultivada), la entrega, el sosiego (cadencia sosegada de la vida en Nazareth) y la paciencia (vivir con esperanza).

En un tiempo marcado por la búsqueda del exitismo, la competitividad y el estar permanentemente en el escaparate de las redes sociales, la espiritualidad de la vida cotidiana nos muestra un estilo de vida desde las raíces, no se ven, pero el árbol vive gracias a ellas.


Lourdes Flavià Forcada

Miembro de la Colegiata Nuestra Señora del Cielo
Chile
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Meditación 


Imagen Toñi Ortiz


PodcasTeobrotes 


Espacio creado por Pauline Lodder y María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza

Enlace a todos los episodios

Esta serie de 50 podcast contiene reflexiones para los 50 días entre Pascua y Pentecostés, 40 días de encuentros con Jesús resucitado y 10 días de adviento del Espíritu Santo.

El equipo de Teobrotes ha creado estos episodios basándose en fragmentos del libro: Se alegraron de ver al Señor, Meditaciones acerca de la Andadura Pascual, escrito por Natália Plá, a partir de textos inéditos de Alfredo Rubio de Castarlenas.






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