Estamos devastando el cielo
Escuché en YouTube, una conferencia [1]
de Marilú Rojas Salazar, investigadora y teóloga mexicana, sobre lo que puede
aportar la teología feminista al mundo contemporáneo y a la Iglesia… Les
comparto palabras que pronunció en el diálogo después de la conferencia.
“En el texto del Génesis se dice que Dios
caminaba en el paraíso terrenal. El paraíso es terrenal. No habla de paraíso
celestial, sino del paraíso terrenal. El cielo para mí (…) es esta tierra. Y es
la única que tenemos. Y la estamos devastando. Estamos devastando el cielo.
Estamos devastando el paraíso terrenal. No hay otro espacio. Y si aquí nos toca
construir el Reino, aquí nos toca construir el cielo. Entonces es de
responsabilidad de todos, estamos de acuerdo, y el problema es que nos estamos
quedando sin cielo. Y que esta es la realidad donde vamos a trascender. Porque
fueron los griegos los que pusieron a Dios en los cielos. Lo treparon al cielo
a Dios. Pero para el judío Dios es el que camina con nosotros en esta tierra y
esta historia. Esta tierra y esta historia y esta realidad es la que nos toca
cambiar. Aquí es donde vamos a construir el cielo y la tierra y toda lo que
queremos, toda la trascendencia... Es responsabilidad de todas y todos. Pero tenemos
que empezar por las relaciones de equidad. Las relaciones no dominantes, no
violentas, no impositivas. Si eso no cambia vamos directito a la destrucción.
Ya nos lo están diciendo los ecologistas. Que, para mí, los ecologistas son los
profetas de la destrucción que tuvo Israel. Ahora son ellos los nuevos profetas
de la destrucción. Pero no les hacemos caso porque pensamos que falta mucho.
Pero no falta mucho…”
Hoy la escatología cristiana revela la
conexión entre los dos mundos - celeste y terrestre-, que no están
completamente separados ni son ajenos entre sí. Y desde luego, el cielo no es
un añadido a nuestra existencia después de nuestra muerte. “El cielo está en la
profundidad de lo real”[2].
La creación, incluido nuestro cuerpo, son
lugares teológicos, son los espacios que tenemos para vivir y para encontrar a
Dios, para trascender… “El Cristo
naciente está albergado en cada interior humano. Hay semillas de divinidad por
doquier. Jesús de Nazaret vino a despertarnos y desde entonces estamos
amaneciendo a pesar de nuestro adormecimiento” [4].
Tal como se habla hoy de la emergencia
ecológica, se podría decir que hay una emergencia teológica: ¡despertémonos
para no quedarnos sin cielo!
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