Caminando por la vida
Hace unos años, en 2019, una amiga me propuso hacer juntas
el Camino de San Benito. Se trataba de recorrer a pie unos 300 km por Italia,
desde Nursia, donde nació San Benito, pasando por Subiaco, donde vivió retirado
unos treinta años, hasta llegar a Montecassino, donde pasó la última etapa de
su vida. Por temas laborales, vimos que teníamos días disponibles para realizar
este proyecto en dos etapas, y así lo hicimos, sin imaginar en ese momento que
pasarían seis años entre una y otra.
En general, cuando hay un camino, es porque alguien ya ha
pasado por allí antes que tú. Seguir los pasos de San Benito, descubrir su
forma de vida, fue un regalo en muchos sentidos. Me preparé leyendo su
historia; el camino fue una manera de nutrirme del pasado, pero siempre avanzando,
sin quedarme atrapada en el pasado.
Caminar implicó renunciar a instalarme; me recordó que cada
día hay que dar pasos hacia la novedad del momento. La vida es una
peregrinación…
Al ir a pie, el ritmo fue lento, adaptándome al suelo sobre
el que caminaba. ¡Qué importante es tocar de pies a tierra! No se puede hacer abstracción de la realidad.
Me caí tres veces durante el camino; me impactó muchísimo.
De todas maneras, sé que lo importante no es el hecho de caerse. Lo importante
es no quedarte en el suelo, lo importante es levantarte…
Llevar una mochila me hizo darme cuenta de que el peso que
puedo soportar es limitado. Soy un ser limitado, y no puedo cargar con todo el
peso del mundo…
Pasar días en medio de la naturaleza, sintiendo el sol, la lluvia y el viento sobre mi piel, disfrutando de la belleza de los árboles y las flores, me llevó a una actitud de agradecimiento por la creación y a un deseo más profundo de cuidar todo lo que existe.
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Imagen Canva |
Cuando en septiembre de 2019 llegamos a Nursia, nos encontramos con las ruinas del terremoto ocurrido allí un mes antes. Y cuando en abril de 2025 regresamos a casa, después de terminar la segunda etapa, nos sorprendió el caos causado por un apagón eléctrico que dejó a toda España sin luz durante 24 horas. Hubo seis años entre la primera y la segunda etapa del camino, porque la pandemia del COVID-19 trastocó nuestra planificación. Todo ello también forma parte de mi caminar por la vida.
Quizás lo más importante fue redescubrir que no camino sola
por la vida. Caminaba con amigas, y también camino con Dios. En la Biblia hay
muchas frases que indican que Dios camina con el ser humano… Confío
profundamente en ello. Quizás por eso, mi vida es un sendero de esperanza, un
caminar hacia una nueva humanidad que, a pesar de todas las dificultades, está
surgiendo.
Fuente: Colegiata cielo en la tierra
Meditación
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