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Imagen Cortesía de Leticia Soberón |
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Imagen Meta AI |
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Imagen Cortesía de Leticia Soberón |
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Imagen Meta AI |
Fuente: Colegiata Cielo en la Tierra
Meditaciones
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Imagen canva recreada |
Vivificar nuestra zarza ardiente interior
En muchas representaciones de Pentecostés se
ven dibujadas unas llamas de fuego encima de los cabezas de los discípulos.
Parece como si estas llamaradas han caído del cielo, desde fuera…
Pero tengo la profunda convicción que estamos
habitados por el Espíritu Santo desde el principio de nuestra existencia. Somos
Templo del Espíritu Santo: todo ser humano está habitado por Él. Es un don, es
algo dado con nuestro ser. No depende de haber recibido el bautismo, o de
celebrar una fiesta.
El texto de los Hechos de los apóstoles nos
dice: se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba
fuertemente, y llenó toda la casa (Hch 2,2). En nuestro interior hay
una zarza ardiente, un “yo soy”, y cuando sopla el viento, se
enciende. Las llamas de Pentecostés vienen de nuestro interior.
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Ilustracion del libro Andadura Pascual de Alfredo Rubio |
La fiesta de Pentecostés nos invita a
desenterrar nuestra zarza ardiente interior, y dejar que el soplo la vivifique.
Hemos recibido con nuestro ser todo lo que necesitamos para santificar el
mundo, para inundar el mundo con el fuego del amor. La zarza del Horeb no se
consumió; nunca se apagará. Por ello siempre hay esperanza que nuestros
corazones ardan, y nos impulsen a trabajar para una nueva humanidad.
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Imagen Ana Maria Ollé Mosaicos Cueva de Manresa |
Fuente: Colegiatacieloenlatierra
Meditación (video)
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👆 VIDEO |
Anclados en la esperanza
Es urgente revisar el sentido auténtico de la esperanza tanto de manera personal como colectiva. Es necesario conocer por qué el Papa Francisco propone el Año Jubilar 2025 Spes non confundit, ‘la esperanza no defrauda’ palabras ya expresadas por San Pablo en la Carta a los Romanos 5, 5: «Una esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado». ¡Qué profundidad tener en cuenta que Dios llena con su amor nuestro corazón y que nos sostiene y acompaña siempre!
El Papa nos ofrece la oportunidad
de replantear nuevos retos desde una nueva mirada. Sabemos que la esperanza es
una actitud humana que forma parte del propio ser y que cada uno responde de
manera distinta ante las adversidades. Cualquier persona ha vivido y vive
momentos de esperanza y desesperanza. Cada uno siente y vive el sentido de la
esperanza de modo distinto, ya que depende de muchos aspectos, básicamente de
cómo uno se siente y del momento personal. Cuando se vive instalado en la
esperanza hay más capacidad de asumir contratiempos, sufrimientos,
dificultades, problemas y un largo etcétera. Y si además se vive instalado con
y desde Dios, todo toma otra dimensión.
El documento del Papa describe el
momento actual lleno de dificultades, tanto en el mundo como en la Iglesia:
Todavía hace referencia a la pandemia mundial y sus consecuencias de cómo se
sufrió y el drama de morir en soledad. Todo ello produjo incertidumbre, miedo,
impotencia, dudas, desconcierto… Menciona la pérdida de valores humanos y
cristianos y la poca transmisión de fe de unas generaciones a otras porque las
familias se han descristianizado. Dice que, en nuestro entorno sociocultural
actual, la pregunta sobre Dios y la fe pasa desapercibida y esto dificulta una
apertura hacia el trascendente. Y reconoce la falta de entusiasmo por parte de
las parroquias, sacerdotes y evangelizadores en su tarea de evangelizar. Todo
ello forma parte de nuestra realidad y no podemos ignorarlo. El Papa dice que
estas y muchas otras situaciones de violencia, conflictos, injusticias…
producen desánimo, pesimismo, desencanto, inseguridad, desesperación… y
advierte que estas dificultades no pueden bloquearnos ni paralizarnos, sino que
deben llevarnos a encontrar un sentido.
Consideremos cual es nuestro
compromiso e implicación para ser portadores de esperanza con la palabra y los
hechos. La esperanza se relaciona con el valor del esfuerzo y es un valor de la
madurez humana. También es una vocación solidaria que permite contagiar nuestro
entusiasmo, dar ánimos y ofrecer nuestra ayuda. Transmitirla es no esconder ni
endulzar las dificultades, sino asumirlas plenamente desde la confianza y
autenticidad.
La esperanza solo se puede
transmitir cuando realmente se vive y se siente, es agotador ser portador de
ella si no hay esta coherencia entre el vivir y dar. Solo se puede ofrecer
cuando realmente se vive. Ser donador de esperanza pide aceptar la realidad y
asumir con valentía y decisión la responsabilidad de la propia vida.
La esperanza es dinámica y activa
como el ser humano. Y desde la mirada trascendente, es esa parte de la fe que
proporciona que las inquietudes, esfuerzos y entrega incondicional para
colaborar y contribuir con las realidades, sean más solidarias. Esperanza, fe y
caridad, las tres virtudes teologales son los referentes para vivir de forma
coherente nuestro compromiso como creyente.
Seamos ‘signos tangibles’ de esperanza ante cualquier situación, portadores de esperanza con nuestras actitudes, sembradores de esperanza con el deseo de recoger frutos que posibilitan el bien, generadores de esperanza en nuestros ambientes cotidianos, testimonios creíbles de esperanza con nuestra manera de ser. Y seamos luz de esperanza para orientar en el camino de la vida. Todo ello será posible si estamos bien enraizados en Cristo Resucitado.
Fuente: Hoja de Nuestra Señora de la ClaraEsperanza No.220
Tomando caminos de libertad
Se llamaban: Odilia, Margarita,
Matilde, pero había muchas otras. Sus comienzos datan de finales del siglo XII
y siglo XIII, y otras siguieron su ejemplo tiempo después. Sus orígenes: el
norte de Europa… pero según se sabe hubo también después en otros lugares…
¿Su anhelo? Vivir en intimidad
con el Trascendente y servir a los más necesitados; por ejemplo, en hospitales.
Un cuido desde el amor.
En aquella época, las mujeres, en
especial las de una cierta posición social, tenían como opción contraer
matrimonio, frecuentemente por decisiones de los padres de los contrayentes
para unir patrimonios. O bien entrar en las órdenes monásticas. Lugares de
oración, vida comunitaria e importantes focos de cultura de entonces, y que
conllevaba en general la clausura.
Pero estas mujeres, conocidas
como beguinas, decidieron vivir su única vida de una manera que en aquella
época era novedosa y, a la vez, vista por algunos con recelo. Una vida fuera de
las estructuras entonces conocidas y viviendo de su trabajo. Usualmente hacían
labor manual en la industria textil, otras como copistas de libros; no existía
aún la imprenta. Muchas cultivaban y vendían hierbas y plantas medicinales.
Las beguinas eran célibes y lo
eran por decisión propia, pero podían libremente dejar el beguinato si lo
deseaban y tomar otra opción de vida.
Muchos de sus textos han ido atravesando los siglos hasta hoy. Se trata de poesías, correspondencia y otros escritos en los que plasmaban su experiencia espiritual y reflexión teológica. Algo novedoso en ellas es que escribían en su lengua materna y no en latín, lengua usada en la Edad Media como lengua de enseñanza, de literatura, de ley, etc. Por ejemplo, Hadewijch de Amberes, es la primera mujer de la historia en escribir en lengua flamenca. Dicen que no escribió en latín, aunque lo conocía bien. Como las demás beguinas escribieron en lengua vernácula para ser entendidas por todos.
Si bien hubo personas que las apoyaron, también hubo quienes las criticaron duramente. No era bien visto en aquel tiempo que mujeres vivieran la vida que llevaban sin un tipo de estructura, sin dependencia de sus padres, maridos u órdenes religiosas. La crítica fue más allá y se les persiguió y presionó para que dejaran la opción de vida que llevaban. Algunas de ellas terminaron su vida en monasterios, siendo en sus nuevos hogares, lo que ya eran: luz para los demás. Margarita Porete, que fue perseguida y obligada a retractarse de sus escritos, resistió en silencio y lo pagó con su vida.
Hoy se puede visitar algunos de
los lugares donde vivieron, en ciudades como Brujas, Lovaina, Ámsterdam. Trece
de estos lugares llamados beguinatos han sido declarados patrimonio cultural de
la UNESCO. Accediendo por un portón encuentras casitas formando un círculo con
un gran jardín en medio. Es un espacio donde se respira paz.
Mujeres valientes, mujeres de una
gran libertad interior. Tomando caminos de libertad abrieron caminos para otras
muchas…
Algunos libros para seguir profundizando:
– María Cristina Inogés Sanz, “Beguinas, memoria herida”,
PPC, Madrid 2021
– Prado Pérez de Madrid, “El beso de Dios, Las beguinas y la espiritualidad del
Amado y los cuidados”, San Pablo, Madrid, 2023
Fuente: Revista RE
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