ENERO 2019



Liberar los pies para liberar la vida



Los japoneses, los chinos,  los árabes y en ciertos países del norte de Europa se descalzan en templos y casas, por ello tienen, un conocimiento y una sensibilidad de la realidad, del mundo, de las cosas, de lo que es cada persona, muy rica en ciertos aspectos, esto se refleja en su cultura y modo de vivir; incluso sin darse cuenta.

Esta es una experiencia ejemplar y enriquecedora para nosotros. Cierto que este “mundo occidental” nuestro va descalzo en las playas, piscinas, está bien, es algo, pero no suficiente. Por ello, hay que llevar esta descalcez de las playas, a los parques, al jardín, a la casa, al lugar de oración con el Padre, etc.

Es muy importante liberar los pies. Estar descalzo es la base para sentirse libre, para ser libre.

Desde pequeños nos han calzado, bajo capa de higiene “nos han separado” de la naturaleza, del mundo. Nos han impedido tocar y acariciar la tierra con nuestros pies al andar. Nos han atrofiado y hecho muy sensibles los pies, nos es imposible ir descalzos, como la gente que ya les es imposible vivir en libertad. Bajo pretexto de confort, nos han atenazado. Desde pequeños, nos han obligado a ponernos zapatitos, hasta que nos han metido en las coordenadas de un sistema. Urge volver a recuperar el estar, el ir descalzos. Sin ello es imposible la conquista de nuestra libertad externa e interna.

Esta descalcez es la manera normal de estar, igual que el vestido, será necesaria la suela para la andadura, el peregrinaje por los caminos y calles. En ciertos momentos por la inclemencia del tiempo, incluso se necesitará que esta envoltura de los pies nos abrigue.



El calzado como todo ha de estar al servicio del hombre para liberarlo y no para esclavizarlo hasta el punto de hacerle perder la misma noción de su libertad. Hemos de estar descalzos siempre que podamos, como un retorno a lo normal.
En invierno, al entrar en casa nos quitamos el abrigo, los guantes y ¿por qué no nos quitamos los zapatos? no los necesitamos para nada.
Me pregunto: ¿para la madurez de la persona es suficiente la descalcez física o es necesaria también la descalcez espiritual?
En el siglo XII San Francisco quiso renovar la iglesia y una de sus reformas fue la descalcez de él y sus frailes y no por pobreza sino por ganar cotas de libertad, de verdad, de acariciar la creación y no sentirse superior a ella. Siglos más tarde en el siglo XVI, hicieron igual los carmelitas descalzos, la reforma de Santa Teresa de Jesús, San Juan De la Cruz.

Actualmente se está viendo como muy saludable para la persona hacer ratos de soledad y silencio, a solas en su habitación o en un lugar oportuno para ello, como una manera de encontrarse con uno mismo, con Dios, un espacio y tiempo para mirar nuestra conciencia de manera tranquila, sosegada. A la conciencia cada uno tiene que entrar de puntillas, con el alma descalza y también nos ayudará el tener los pies descalzos. 

Lola Cabrera
España

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