MAYO 2019




Extraído del libro: Se alegraron de ver al Señor. Meditaciones acerca de la Andadura Pascual - Natàlia Plá.  
A partir de textos inéditos de Alfredo Rubio de Castarlenas 



ENCARNAR Y VIVIR EN PLENITUD

Considero la encarnación como un proceso personal y grupal que nos conduce a entrar en un ambiente, en nuestro mundo, no sólo para estar, sino también para transformarlo, es decir “mojarse y embarrarse” desde lo que uno es y como testimonio del Cristo encarnado. 


Actualmente desempeño algunas tareas sociales en medio de una “humanidad necesitada”, abierta al deseo que tenemos todos, de alcanzar metas que nos hagan más dignos, hermanos, solidarios y dispuestos a mejorar el entorno.
Para mí, trabajar en la zona rural de la provincia de Monte Plata, es una forma de vivir aprendiendo, creciendo y, a la vez, hacerlo acompañando, escuchando, atendiendo, sugiriendo, apoyando… Me siento imagen del Creador y recreadora con Él, haciéndolo presente en mi ser y hacer. Hago presente a un Dios que desciende y se acerca de mil maneras, a cada ser humano llenándolo de su presencia y amor, para llevarlo a su plenitud humana. Estando en una sociedad y un mundo tan plural, me agrada el trabajo en ambientes civiles, sencillos, poco vistosos... Soy consciente que predico a Dios sin palabras, trato  de darlo a entender con gestos y actitudes, con el lenguaje del amor, de la compasión y la comprensión, expresiones del Dios de la Vida.

A través de la Fundación Hermanos por Existir y, específicamente, trabajando en el Proyecto Social La Cuchilla tratamos de promover y dignificar a las personas de esta zona (se abarcan  seis comunidades y unas 350 familias), especialmente, a los niños y las mujeres. Pero para potenciar esta labor vemos necesario recomponer, a su vez, la identidad de los varones. 

Mediante formación, acompañamiento y algunas charlas, nuestro interés es llevar a las personas hacia un despertar, un darse cuenta del ser y del papel que cada uno tiene y tenemos en el planeta. Ser conscientes de nuestra única posibilidad de existir, que además es gratuita y nos abre a infinidad de posibilidades. Reconocernos llenos de capacidades, también de límites; todo en un sólo y único ser personal, el de cada uno, que es irrepetible; y además desde la libertad, la sabiduría y el amor capaz de transformarnos y aportar mejoras para el mundo.

Me llena de satisfacción cada logro, crecimiento, motivación, interés o iniciativa por parte de las personas o grupos de estas comunidades. Como todo cambia: los ambientes, las personas, las circunstancias, los tiempos; siento que éste estar, ésta encarnación es pasajera, pero Dios siempre permanece.
De momento, vivo cada día con la clara-esperanza de que es posible una vida más plena y gratificante para todos. Con esta certeza trato de mostrar el Amor que viene de Dios y que Jesús nos desveló con su vida de entrega.  


PROCESOS DE CAMBIO


Hace unos días, en la zona de La Cuchilla (República Dominicana), realizamos un encuentro especial con 15 varones, lo que es algo inusual, puesto que lo acostumbrado es que las que respondan a una convocatoria sean las mujeres. 
15 varones receptivos a escuchar y aprender sobre los Derechos de los niños y las niñas, haciendo énfasis en la protección de las niñas abusadas dentro y fuera de los hogares.  Expusimos las nuevas Leyes de la República Dominicana que protegen a los infantes de cualquier maltrato, las penalizaciones que ahora existen si los padres toleran las uniones de sus hijas menores de 18 años, o el abuso hacia ellas.


Los 15 padres de La Cuchilla, en la sección la Gina de Yamasa (Monte Plata), se percataron que no son los dueños de sus hijos e hijas, más bien sus protectores y cuidadores hasta la mayoría de edad.

Hasta hace pocos años la autoridad paterna era totalitaria y, casi, hacía de los hijos, un producto de venta; tanto era así que los padres podían casar a su hija menor con un hombre y en contra de su voluntad. Ahora estos hechos se consideran una grave violación de los derechos fundamentales puesto que el País ha asumido compromisos internacionales de protección a los niños y las niñas.
Mostramos que el matrimonio infantil forzado es una forma de violencia intrafamiliar, o una falsa expectativa de emancipación de la menor, y con frecuencia una oportunidad de negociación entre familias, como una forma aparente de salir de la pobreza, aunque la mayoría de las veces, no resuelve ni resulta satisfactoria. Por el contrario, el matrimonio infantil genera enfermedades, trastornos psicológicos, dependencia económica  y más pobreza.

Qué sorpresa para los asistentes escuchar que, actualmente tanto los padres como las madres, pueden ser denunciados por prácticas de abusos hacia sus hijos y pueden tener consecuencias legales y penales para aquellos que lo favorecen, así como para los adultos que se casan o se emparejan con las niñas.

Las uniones tempranas de niñas las expone a más violencia y pobreza puesto que condiciona su desarrollo físico e intelectual. Un alto porcentaje de ellas abandonan los  estudios y tiene embarazos de alto riesgo, debido a las complicaciones que se derivan de la inmadurez fisiológica de sus cuerpos. Pueden hasta morir ellas o el bebé (el 16.2% de todas las muertes maternas son de madres menores de 20 años).
Además, el embarazo a temprana edad acarrea graves consecuencias psicológicas, como el miedo a ser rechazadas socialmente, el rechazo hacia el bebé que genera sentimientos de culpa y baja autoestima en la madre.

La cultura machista de la República Dominicana hace que el 21% de las niñas en matrimonio infantil o uniones tempranas hayan sido objeto de malos tratos o abuso físico o sexual por parte de su pareja. Y se dan bastantes casos de niñas que, después de un tiempo de vida marital, son abandonadas por sus parejas y no se hacen responsables de los hijos. Estas niñas-mamás, que provienen de hogares pobres, están condenadas a seguir repitiendo situaciones similares de dependencia económica buscando su manutención y la de sus hijos.

Otra desgracia que provoca el matrimonio infantil, son los padres que no reciben de nuevo a sus hijas-niñas separadas de sus parejas, alegando que ya son adultas y que tiene hijos, incluso culpándolas de su trágica situación.… ¿Adultas a los 15, 16 y 17 años? ¿Quién las encaminó hacia ese destino, en lugar de estimularlas en el estudio y apoyarlas para formarse y lograr un futuro mejor? 
La Ley 136-03 (de Protección a los niños, niñas y adolescentes) es una iniciativa que pretende retrasar la edad de los matrimonio, del embarazo y de las responsabilidades familiares, garantizando que hasta los 18 años, las niñas y los niños estén bajo la protección y tutela de los padres. Estos deben ser referentes y practicantes de valores como el amor, el respeto, la comprensión y el cuido.

Esta Ley también pretende dar acceso a una educación de calidad que favorezca especialmente a las niñas superando la desigualdad de género, la pobreza y las familias mono-marentales.

Trabajar por una sociedad dominicana formada, madura y comprometida nos enaltece y nos fortalece como colectivo. Además, mejora las condiciones de nuestros niños y niñas, futuros ciudadanos, que requieren de una dignidad y del reconocimiento y cumplimiento de sus derechos para crecer seguros, protegidos y acompañados, hasta su mayoría de edad.



Anna María Ollé
Miembro Colegiata Ntra. Sra. del Cielo
Datos de UNICEF, 2018