OCTUBRE 2025
SEPTIEMBRE 2025
Caminando por la vida
Hace unos años, en 2019, una amiga me propuso hacer juntas
el Camino de San Benito. Se trataba de recorrer a pie unos 300 km por Italia,
desde Nursia, donde nació San Benito, pasando por Subiaco, donde vivió retirado
unos treinta años, hasta llegar a Montecassino, donde pasó la última etapa de
su vida. Por temas laborales, vimos que teníamos días disponibles para realizar
este proyecto en dos etapas, y así lo hicimos, sin imaginar en ese momento que
pasarían seis años entre una y otra.
En general, cuando hay un camino, es porque alguien ya ha
pasado por allí antes que tú. Seguir los pasos de San Benito, descubrir su
forma de vida, fue un regalo en muchos sentidos. Me preparé leyendo su
historia; el camino fue una manera de nutrirme del pasado, pero siempre avanzando,
sin quedarme atrapada en el pasado.
Caminar implicó renunciar a instalarme; me recordó que cada
día hay que dar pasos hacia la novedad del momento. La vida es una
peregrinación…
Al ir a pie, el ritmo fue lento, adaptándome al suelo sobre
el que caminaba. ¡Qué importante es tocar de pies a tierra! No se puede hacer abstracción de la realidad.
Me caí tres veces durante el camino; me impactó muchísimo.
De todas maneras, sé que lo importante no es el hecho de caerse. Lo importante
es no quedarte en el suelo, lo importante es levantarte…
Llevar una mochila me hizo darme cuenta de que el peso que
puedo soportar es limitado. Soy un ser limitado, y no puedo cargar con todo el
peso del mundo…
Pasar días en medio de la naturaleza, sintiendo el sol, la lluvia y el viento sobre mi piel, disfrutando de la belleza de los árboles y las flores, me llevó a una actitud de agradecimiento por la creación y a un deseo más profundo de cuidar todo lo que existe.
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Imagen Canva |
Cuando en septiembre de 2019 llegamos a Nursia, nos encontramos con las ruinas del terremoto ocurrido allí un mes antes. Y cuando en abril de 2025 regresamos a casa, después de terminar la segunda etapa, nos sorprendió el caos causado por un apagón eléctrico que dejó a toda España sin luz durante 24 horas. Hubo seis años entre la primera y la segunda etapa del camino, porque la pandemia del COVID-19 trastocó nuestra planificación. Todo ello también forma parte de mi caminar por la vida.
Quizás lo más importante fue redescubrir que no camino sola
por la vida. Caminaba con amigas, y también camino con Dios. En la Biblia hay
muchas frases que indican que Dios camina con el ser humano… Confío
profundamente en ello. Quizás por eso, mi vida es un sendero de esperanza, un
caminar hacia una nueva humanidad que, a pesar de todas las dificultades, está
surgiendo.
Fuente: Colegiata cielo en la tierra
Meditación
AGOSTO 2025
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Imagen Cortesía de Leticia Soberón |
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Imagen Meta AI |
JULIO 2025
Participé en una sesión de trabajo organizada por el Centro de Estudios Alfredo Rubio, de la ‘Universitas Albertiana’, para preparar el primer Congreso sobre Realismo Existencial, “Fundamentos para una equidad”. Uno de los ponentes, el economista y auditor de cuentas, David Martínez disertó sobre “Desigualdad, tecnología y el futuro del planeta”.
Entre sus sugerentes propuestas mencionó el movimiento internacional “HOPE” (esperanza) que muestra, científicamente y en la práctica, la capacidad para encontrar soluciones regenerativas.
En ocasiones había visto algunos videos de HOPE. Todos ellos creativos y motivadores para el despertar de las consciencias hacia un giro copernicano, difícil pero viable: detener el cambio climático fruto de la depredación humana, la falta de comunión y fraternidad entre nosotros y con el planeta.
En la Web de HOPE, entre otras propuestas, presentan la serie, Estamos a tiempo, con Javier Peña. Una serie de reportajes que desvelan experiencias reales de que es posible accionar en pro de la vida. Vivimos en un planeta generoso y, en equilibrio, todos ganamos.
La esperanza de esta serie y la labor de HOPE está en que, la crisis climática se presenta como una oportunidad única para transformar nuestro futuro. Nos ofrecen valiosísimas iniciativas de regeneración ecológica que, no sólo han restaurado la vida en la Tierra, también han mejorado la calidad de vida de las personas.
Estamos a tiempo consta de 6 capítulos (1. La gran oportunidad, 2. El poder de las palabras, 3. Metamorfosis, 4. Lo invisible, 5. La gran transformación, 6. El ingrediente secreto) y puede verse en RTVE – Play, también a través de otras plataformas.
Al respecto de la serie y de las transformaciones que en el mundo necesitamos realizar para que sea más justo, solidario y fraterno, el economista David Martínez comentó en su exposición Desigualdad, tecnología y el futuro del planeta que, “Las soluciones que aportan son soluciones viables y rentables económicamente: pueden hacerse creando millones de empleos. Empleos que, en muchos casos, podrían estar situados en aquellas regiones del planeta donde la desigualdad es más profunda. No se trata de oponer un mundo “tecnificado” a un mundo “naturalizado”, sino de reconciliar ambas dimensiones. De entender que la dignidad no se alcanza solo con conectividad o digitalización, sino también con tierra fértil, agua limpia y comunidades cohesionadas”.
Y continuó, “Por eso, abogo por un nuevo modelo de desarrollo. Un modelo que tenga en su centro la regeneración del planeta como fuente inagotable de riqueza. Que use la tecnología no para excluir, sino para integrar. Que genere empleos dignos, sostenibles, arraigados en el territorio. Que revalorice la economía primaria -la agricultura, la pesca, la silvicultura- no como actividades del pasado, sino como el corazón de un futuro viable. En definitiva, un modelo económico que iguale en dignidad, en lugar de separar y segmentar porque todos nos necesitamos para sobrevivir en este planeta”.
“No podemos permitirnos seguir corriendo tras una modernidad vacía que convierte todo en mercancía y todo lo desecha. Debemos imaginar otro modo de habitar el planeta. Donde la dignidad de las personas y la salud del planeta no estén en conflicto, sino en armonía”.
Cada uno desde nuestro lugar y espacio, tenemos un papel insustituible en la regeneración ecológica y, como la tierra es generosa, esperamos que sus efectos multiplicadores germinen en vida abundante para el planeta y todos sus habitantes.
Fuente: Colegiata Cielo en la Tierra
Meditaciones
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Imagen canva recreada |
JUNIO 2025
Vivificar nuestra zarza ardiente interior
En muchas representaciones de Pentecostés se
ven dibujadas unas llamas de fuego encima de los cabezas de los discípulos.
Parece como si estas llamaradas han caído del cielo, desde fuera…
Pero tengo la profunda convicción que estamos
habitados por el Espíritu Santo desde el principio de nuestra existencia. Somos
Templo del Espíritu Santo: todo ser humano está habitado por Él. Es un don, es
algo dado con nuestro ser. No depende de haber recibido el bautismo, o de
celebrar una fiesta.
El texto de los Hechos de los apóstoles nos
dice: se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba
fuertemente, y llenó toda la casa (Hch 2,2). En nuestro interior hay
una zarza ardiente, un “yo soy”, y cuando sopla el viento, se
enciende. Las llamas de Pentecostés vienen de nuestro interior.
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Ilustracion del libro Andadura Pascual de Alfredo Rubio |
La fiesta de Pentecostés nos invita a
desenterrar nuestra zarza ardiente interior, y dejar que el soplo la vivifique.
Hemos recibido con nuestro ser todo lo que necesitamos para santificar el
mundo, para inundar el mundo con el fuego del amor. La zarza del Horeb no se
consumió; nunca se apagará. Por ello siempre hay esperanza que nuestros
corazones ardan, y nos impulsen a trabajar para una nueva humanidad.
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Imagen Ana Maria Ollé Mosaicos Cueva de Manresa |
Fuente: Colegiatacieloenlatierra
Meditación (video)
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👆 VIDEO |
MAYO 2025
Revisando esas hermosas iniciativas, es difícil expresar la hondura de lo que significa para una mujer, incluso hoy en día, acompañar y seguir a Jesucristo contemplando y ahondando en los días de su pasión, muerte y resurrección. Quizá haya quien piense que, ante Cristo, da lo mismo ser mujer que varón. No desearía discutir sobre ello. Digo simplemente que, si ya en forma habitual siento un gran gozo por el hecho de ser mujer, más conmoción aún me da vivirlo en estos días. Intento acercarme y calibrar la inmensa, la profunda sorpresa que debieron experimentar las mujeres que conocieron a Jesús, y que, quizá por primera vez en su vida, eran miradas por un hombre como personas. Fueron tratadas con respeto y con el reconocimiento de una dignidad que ignoraban tener. ¿No era ya ésta causa suficiente para desencadenar un llanto liberador, de consolación y gratitud? Eso en cualquier caso. Pero más aún si eran mujeres maltratadas, consideradas pecadoras; todas fueron acogidas con sencillez y misericordia. Al igual que los varones que quisieron seguir a Jesús, ellas hubieron de morir a sí mismas, convertirse sinceramente, abandonar el pecado y nacer a una nueva forma de ser. Pero ¡quién podía imaginarse que pudieran ser tratadas además como discípulas! Jesús se dirigía a ellas con una interlocución de iguales, que las equiparaba a sus hermanos varones.
¡En Pascua son las primeras en ver a Jesús! El Maestro envía nada menos que a mujeres como testigos privilegiados del acontecimiento más importante de la Historia! Apóstoles de los apóstoles. ¡Qué tarea, qué misión enorme, inexplorada aún, para las mujeres de nuestro tiempo! Una tarea que -lejos de cualquier tentación o lucha por un hipotético poder- requiere humildad, madurez humana, conversión, formación. Pero es, sobre todo, un inmenso don y un voto de confianza del Resucitado para las mujeres. Ser mujer en Pascua es acoger con alegría y con fe intrépida la voz de Cristo vivo; es escuchar y aprender sus mensajes pascuales para ser testigos de su Resurrección ante los Apóstoles de hoy y ante todos nuestros contemporáneos.
ABRIL 2025
Anclados en la esperanza
Es urgente revisar el sentido auténtico de la esperanza tanto de manera personal como colectiva. Es necesario conocer por qué el Papa Francisco propone el Año Jubilar 2025 Spes non confundit, ‘la esperanza no defrauda’ palabras ya expresadas por San Pablo en la Carta a los Romanos 5, 5: «Una esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado». ¡Qué profundidad tener en cuenta que Dios llena con su amor nuestro corazón y que nos sostiene y acompaña siempre!
El Papa nos ofrece la oportunidad
de replantear nuevos retos desde una nueva mirada. Sabemos que la esperanza es
una actitud humana que forma parte del propio ser y que cada uno responde de
manera distinta ante las adversidades. Cualquier persona ha vivido y vive
momentos de esperanza y desesperanza. Cada uno siente y vive el sentido de la
esperanza de modo distinto, ya que depende de muchos aspectos, básicamente de
cómo uno se siente y del momento personal. Cuando se vive instalado en la
esperanza hay más capacidad de asumir contratiempos, sufrimientos,
dificultades, problemas y un largo etcétera. Y si además se vive instalado con
y desde Dios, todo toma otra dimensión.
El documento del Papa describe el
momento actual lleno de dificultades, tanto en el mundo como en la Iglesia:
Todavía hace referencia a la pandemia mundial y sus consecuencias de cómo se
sufrió y el drama de morir en soledad. Todo ello produjo incertidumbre, miedo,
impotencia, dudas, desconcierto… Menciona la pérdida de valores humanos y
cristianos y la poca transmisión de fe de unas generaciones a otras porque las
familias se han descristianizado. Dice que, en nuestro entorno sociocultural
actual, la pregunta sobre Dios y la fe pasa desapercibida y esto dificulta una
apertura hacia el trascendente. Y reconoce la falta de entusiasmo por parte de
las parroquias, sacerdotes y evangelizadores en su tarea de evangelizar. Todo
ello forma parte de nuestra realidad y no podemos ignorarlo. El Papa dice que
estas y muchas otras situaciones de violencia, conflictos, injusticias…
producen desánimo, pesimismo, desencanto, inseguridad, desesperación… y
advierte que estas dificultades no pueden bloquearnos ni paralizarnos, sino que
deben llevarnos a encontrar un sentido.
Consideremos cual es nuestro
compromiso e implicación para ser portadores de esperanza con la palabra y los
hechos. La esperanza se relaciona con el valor del esfuerzo y es un valor de la
madurez humana. También es una vocación solidaria que permite contagiar nuestro
entusiasmo, dar ánimos y ofrecer nuestra ayuda. Transmitirla es no esconder ni
endulzar las dificultades, sino asumirlas plenamente desde la confianza y
autenticidad.
La esperanza solo se puede
transmitir cuando realmente se vive y se siente, es agotador ser portador de
ella si no hay esta coherencia entre el vivir y dar. Solo se puede ofrecer
cuando realmente se vive. Ser donador de esperanza pide aceptar la realidad y
asumir con valentía y decisión la responsabilidad de la propia vida.
La esperanza es dinámica y activa
como el ser humano. Y desde la mirada trascendente, es esa parte de la fe que
proporciona que las inquietudes, esfuerzos y entrega incondicional para
colaborar y contribuir con las realidades, sean más solidarias. Esperanza, fe y
caridad, las tres virtudes teologales son los referentes para vivir de forma
coherente nuestro compromiso como creyente.
Seamos ‘signos tangibles’ de esperanza ante cualquier situación, portadores de esperanza con nuestras actitudes, sembradores de esperanza con el deseo de recoger frutos que posibilitan el bien, generadores de esperanza en nuestros ambientes cotidianos, testimonios creíbles de esperanza con nuestra manera de ser. Y seamos luz de esperanza para orientar en el camino de la vida. Todo ello será posible si estamos bien enraizados en Cristo Resucitado.
Fuente: Hoja de Nuestra Señora de la ClaraEsperanza No.220