OCTUBRE 2025

¿Cuál es nuestra esperanza?

Toñi Ortiz
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo
Madrid


En la actualidad se ha ido normalizando la difusión por los medios de comunicación de noticias relativas al cambio climático, al panorama político o económico, la inmigración, la guerra y sus consecuencias, entre otras, que generan desesperanza, incertidumbre, y a veces un sentir de pérdida de rumbo.

¿Pero qué es la esperanza, cuál es su alcance? Distinguiría dos planos: uno la esperanza como valor humano, y otro que lo trasciende, la esperanza como virtud teologal.

Como valor humano la esperanza sostiene ya nuestro presente, el aquí y ahora, pero está orientada a una expectativa de futuro que se abre fiable, pleno, con garantías de felicidad. La persona con esperanza tiene un horizonte de sentido que la alienta a construir, a ensayar estrategias, a marcar una hoja de ruta con metas, incluso pequeñas metas, en las que persevera.

Hoy en un mundo donde el individualismo, la división, el enfrentamiento, el aislamiento, se enraízan y destruyen a la persona, a los pueblos, sembrar esperanza, expandirla, es una exigencia para sobrevivir y hacer un futuro mejor. Por ello aunque la esperanza está en cada persona, y la hace resiliente en la adversidad, tiene una fuerte dimensión social, es dialogante y está llamada abrirse a las expectativas que otros grupos puedan ofrecer.

Imagen Toñi Ortiz


El papa Francisco en su catequesis nº 18 (2024-2025) afirma que la esperanza es una virtud teologal porque no emana de nosotros, “es un don que viene directamente de Dios”. Explicando la carta encíclica Spe Salvis de Benedicto XVI: “Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva se hace llevadero también el presente”, afirmó que, si falta la esperanza, “todas las demás virtudes corren el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas” si no tenemos la certeza de “un mañana fiable, un horizonte luminoso, sólo quedará concluir que la virtud de la esperanza es un esfuerzo inútil”.

Esta perspectiva del Papa nos lleva a contemplar que necesitamos la luz de una esperanza más honda, “más grande” (Benedicto XVI), y que perseverar en nuestros caminos, abandonados a nuestras solas fuerzas, el valor humano esperanza acaba por perderse, o incluso puede caer en el fanatismo.

Siguiendo la reflexión del Papa Francisco “como cristianos nuestra esperanza no es por mérito propio, …cada cristiano cree en el futuro porque Cristo murió y resucitó y nos dio su Espíritu, es desde ahí como podemos afrontar nuestro presente”. La fe en su resurrección y la experiencia del amor con el que hemos sido salvados nos da la certeza de que ni los fracasos ni la muerte tienen la última palabra, y pese a las sombras que encontramos en la historia Cristo es una luz en nuestros caminos.

Junto a Él y muy cercana de nosotros está María su madre la que “guardaba todo en su corazón”. Es en la cruz, el viernes santo, cuando recibe de su Hijo la misión de ser madre de todos los que le siguen.

María en la oscuridad del sábado santo con Jesús muerto, cuando parecía haberse frustrado todo, guardó en su corazón la clara luz de la esperanza.

En María Clara Esperanza encontramos el gesto de una madre que nos acoge y alienta a esperar. Desde la elocuencia de su estar silencioso nos interpela a avivar esa llama de esperanza activa en nuestro mundo.



Meditación


SEPTIEMBRE 2025

 Caminando por la vida


 Pauline Lodder
Pineda de Mar
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo


Hace unos años, en 2019, una amiga me propuso hacer juntas el Camino de San Benito. Se trataba de recorrer a pie unos 300 km por Italia, desde Nursia, donde nació San Benito, pasando por Subiaco, donde vivió retirado unos treinta años, hasta llegar a Montecassino, donde pasó la última etapa de su vida. Por temas laborales, vimos que teníamos días disponibles para realizar este proyecto en dos etapas, y así lo hicimos, sin imaginar en ese momento que pasarían seis años entre una y otra.

En general, cuando hay un camino, es porque alguien ya ha pasado por allí antes que tú. Seguir los pasos de San Benito, descubrir su forma de vida, fue un regalo en muchos sentidos. Me preparé leyendo su historia; el camino fue una manera de nutrirme del pasado, pero siempre avanzando, sin quedarme atrapada en el pasado.

Caminar implicó renunciar a instalarme; me recordó que cada día hay que dar pasos hacia la novedad del momento. La vida es una peregrinación…

Al ir a pie, el ritmo fue lento, adaptándome al suelo sobre el que caminaba. ¡Qué importante es tocar de pies a tierra!  No se puede hacer abstracción de la realidad.

Me caí tres veces durante el camino; me impactó muchísimo. De todas maneras, sé que lo importante no es el hecho de caerse. Lo importante es no quedarte en el suelo, lo importante es levantarte…

Llevar una mochila me hizo darme cuenta de que el peso que puedo soportar es limitado. Soy un ser limitado, y no puedo cargar con todo el peso del mundo…

Pasar días en medio de la naturaleza, sintiendo el sol, la lluvia y el viento sobre mi piel, disfrutando de la belleza de los árboles y las flores, me llevó a una actitud de agradecimiento por la creación y a un deseo más profundo de cuidar todo lo que existe.

Imagen Canva

Cuando en septiembre de 2019 llegamos a Nursia, nos encontramos con las ruinas del terremoto ocurrido allí un mes antes. Y cuando en abril de 2025 regresamos a casa, después de terminar la segunda etapa, nos sorprendió el caos causado por un apagón eléctrico que dejó a toda España sin luz durante 24 horas. Hubo seis años entre la primera y la segunda etapa del camino, porque la pandemia del COVID-19 trastocó nuestra planificación. Todo ello también forma parte de mi caminar por la vida.

Quizás lo más importante fue redescubrir que no camino sola por la vida. Caminaba con amigas, y también camino con Dios. En la Biblia hay muchas frases que indican que Dios camina con el ser humano… Confío profundamente en ello. Quizás por eso, mi vida es un sendero de esperanza, un caminar hacia una nueva humanidad que, a pesar de todas las dificultades, está surgiendo.

Fuente: Colegiata cielo en la tierra


Meditación


AGOSTO 2025


El jubileo de los misioneros digitales


 Leticia Soberón
Roma, 28 y 29 de julio 2025
Psicóloga experta en comunicación colaborativa
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo



¿Qué duda cabe de que nuestra cultura está atravesada por las realidades digitales?. Nos movemos con soltura entre los entornos físicos (donde está nuestro cuerpo) y los entornos digitales (donde interactuamos a través de pantallas). Uno y otro están estrechamente relacionados. Lo digital afecta a lo físico y viceversa. Los amigos que se conocen en digital terminan con ganas de verse físicamente; y las realidades físicas se impulsan y promueven a través de lo digital. Es así nuestra vivencia cultural a cualquier edad… ¡cuánto más la de los jóvenes!.

Imagen Cortesía de Leticia Soberón

Las redes sociales son una forma digital donde la interacción es muy intensa. Sea a través de textos, de audio o de vídeo, las personas se expresan y se comunican, intercambian, preguntan, buscan, aprenden. También se dispersan, se atontan, se pierden en contenidos inconexos y a veces muy frívolos o dañinos. Las redes sociales están diseñadas por sus creadores para atraer y mantener la atención de los usuarios cuanto más mejor.

Es por eso que hace años ya que muchas personas de distintas edades y estilos han ido entrando en el entorno digital para comunicar su vivencia de fe. Y han encontrado personas que, precisamente, buscaban comprender mejor la fe en Jesús. Se trata de misioneros y misioneras digitales que, con sus carismas personales, ejercen una escucha y un diálogo enriquecedor en las redes sociales.
De la perplejidad a la apertura.

La Iglesia en su conjunto ha tardado mucho en darse cuenta del valor y el potencial de este nuevo espacio social. Mi modesta trayectoria en este campo -siempre desde la gestión, no desde las cámaras- empezó en 1995 con el impulso a la Red Informática de la Iglesia en América Latina, y sé por experiencia que cuesta mucho romper la resistencia de muchas autoridades eclesiales en este campo. Consideran la misión digital como una huida de la realidad, algo negativo, egocéntrico, riesgoso.

Aunque no les falten motivos porque los riesgos existen, son mucho mayores los signos de esperanza. Pensemos que, en su conjunto, los misioneros digitales llegan a más personas que las que van a misa semanalmente. ¡E interactúan con sus misionero@s digitales! Se sienten escuchados, acogidos, comprendidos. Y muchos empiezan a buscar una comunidad para vivir la fe de manera presencial.

Hay muchos y muchas con varios millones de seguidores. Y no son influencers que buscan simplemente el número. Son personas que oran, son testigos, interactúan, escuchan, responden, son una cara cercana de la Iglesia en un mundo tan masificado.

El punto de inflexión para que la Iglesia tomara conciencia de esto, fue la Escucha digital durante el Sínodo de la Sinodalidad. En 2022 un grupo decidimos proponerle a la Secretaría del Sínodo que se escuchara también en los entornos digitales a través de misioneros y misioneras ya presentes. Aceptaron, y recogimos 110 mil respuestas. Hicimos una síntesis (infografía) y les encantó nuestro reporte. Bautizamos a la iniciativa como “La Iglesia te escucha”. Seguimos adelante a lo largo del Sínodo, y dos representantes (Hna. Xiskya Valladares y José Manuel Urquidi) estuvieron en las dos Asambleas Sinodales. Allí surgió la conciencia, en muchos Obispos y Cardenales, de que esto iba en serio. Vieron su realidad y su potencial.

Un jubileo lleno de júbilo

Se organizó entonces el Jubileo para este sector tan nuevo en la Iglesia. Esperábamos 600 y se inscribieron 1200. El espíritu fue de alegría por verse reconocidos por la Iglesia de un modo tan claro. El Jubileo tuvo momentos de profundización y aprendizaje, de silencio y oración, y de fiesta auténtica. Muy plural en estilos, procedencias (70 países), 5 lenguas.


Desde el Papa (que nos envió a “reparar las redes, hacerlas más humanas, lugares de amistad auténtica y relación respetuosa”), y que nos pidió ser artífices de paz, al Secretario de Estado Mons. Parolín, el responsable de los Jubileos Obispo Fisichella, y el Padre Antonio Spadaro SJ, dieron mensajes de autenticidad, de acogida y de impulso. ¡Por primera vez formalmente la Iglesia acogía esta nueva forma de misión!

El equipo romano de organización dirigido por el Padre Lucio Ruiz (Secretario del Dicasterio para la Comunicación) trabajó intensamente. Los que llevábamos con él meses diseñando el conjunto también tuvimos días muy fuertes, pero llenos de alegría.

Nada de esto hubiera sido posible sin el impulso del Espíritu Santo que nos precede, nos empuja, nos llena de alegría, nos sostiene en los momentos duros. Es Él quien nos hace confiar en el Padre y parecernos a Jesús. Él quien unifica, quien sana heridas, quien congrega.

La vivencia de hermanamiento y de comunión fue muy auténtica. Un americano que había ido -lo dijo- con cierto escepticismo, afirmó: “Vine peregrino y me voy hijo”.

Ahora toca a la siguiente generación seguir remando mar adentro, con esperanza y con la alegría de sentirse hijos de la Iglesia.


Meditación

Imagen Meta AI









JULIO 2025

La regeneración del planeta, fuente inagotable de riqueza


 Anna Maria Olle Borque
Barcelona
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo



Participé en una sesión de trabajo organizada por el Centro de Estudios Alfredo Rubio, de la ‘Universitas Albertiana’, para preparar el primer Congreso sobre Realismo Existencial, “Fundamentos para una equidad”. Uno de los ponentes, el economista y auditor de cuentas, David Martínez disertó sobre “Desigualdad, tecnología y el futuro del planeta”.  

Entre sus sugerentes propuestas mencionó el movimiento internacional “HOPE” (esperanza) que muestra, científicamente y en la práctica, la capacidad para encontrar soluciones regenerativas.

En ocasiones había visto algunos videos de HOPE. Todos ellos creativos y motivadores para el despertar de las consciencias hacia un giro copernicano, difícil pero viable: detener el cambio climático fruto de la depredación humana, la falta de comunión y fraternidad entre nosotros y con el planeta. 

En la Web de HOPE, entre otras propuestas, presentan la serie, Estamos a tiempo, con Javier Peña. Una serie de reportajes que desvelan experiencias reales de que es posible accionar en pro de la vida. Vivimos en un planeta generoso y, en equilibrio, todos ganamos.

La esperanza de esta serie y la labor de HOPE está en que, la crisis climática se presenta como una oportunidad única para transformar nuestro futuro. Nos ofrecen valiosísimas iniciativas de regeneración ecológica que, no sólo han restaurado la vida en la Tierra, también han mejorado la calidad de vida de las personas.

Estamos a tiempo consta de 6 capítulos (1. La gran oportunidad, 2. El poder de las palabras, 3. Metamorfosis, 4. Lo invisible, 5. La gran transformación, 6. El ingrediente secreto) y puede verse en RTVE – Play, también a través de otras plataformas.

Al respecto de la serie y de las transformaciones que en el mundo necesitamos realizar para que sea más justo, solidario y fraterno, el economista David Martínez comentó en su exposición Desigualdad, tecnología y el futuro del planeta que, “Las soluciones que aportan son soluciones viables y rentables económicamente: pueden hacerse creando millones de empleos. Empleos que, en muchos casos, podrían estar situados en aquellas regiones del planeta donde la desigualdad es más profunda. No se trata de oponer un mundo “tecnificado” a un mundo “naturalizado”, sino de reconciliar ambas dimensiones. De entender que la dignidad no se alcanza solo con conectividad o digitalización, sino también con tierra fértil, agua limpia y comunidades cohesionadas”.

Y continuó, “Por eso, abogo por un nuevo modelo de desarrollo. Un modelo que tenga en su centro la regeneración del planeta como fuente inagotable de riqueza. Que use la tecnología no para excluir, sino para integrar. Que genere empleos dignos, sostenibles, arraigados en el territorio. Que revalorice la economía primaria -la agricultura, la pesca, la silvicultura- no como actividades del pasado, sino como el corazón de un futuro viable. En definitiva, un modelo económico que iguale en dignidad, en lugar de separar y segmentar porque todos nos necesitamos para sobrevivir en este planeta”.



“No podemos permitirnos seguir corriendo tras una modernidad vacía que convierte todo en mercancía y todo lo desecha. Debemos imaginar otro modo de habitar el planeta. Donde la dignidad de las personas y la salud del planeta no estén en conflicto, sino en armonía”.

Cada uno desde nuestro lugar y espacio, tenemos un papel insustituible en la regeneración ecológica y, como la tierra es generosa, esperamos que sus efectos multiplicadores germinen en vida abundante para el planeta y todos sus habitantes.


Fuente: Colegiata Cielo en la Tierra


Meditaciones


Imagen canva recreada 

JUNIO 2025

 

Vivificar nuestra zarza ardiente interior


 Pauline Lodder
Pineda de Mar
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo


En muchas representaciones de Pentecostés se ven dibujadas unas llamas de fuego encima de los cabezas de los discípulos. Parece como si estas llamaradas han caído del cielo, desde fuera…

Pero tengo la profunda convicción que estamos habitados por el Espíritu Santo desde el principio de nuestra existencia. Somos Templo del Espíritu Santo: todo ser humano está habitado por Él. Es un don, es algo dado con nuestro ser. No depende de haber recibido el bautismo, o de celebrar una fiesta.

El texto de los Hechos de los apóstoles nos dice: se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa (Hch 2,2). En nuestro interior hay una zarza ardiente, un “yo soy”, y cuando sopla el viento, se enciende. Las llamas de Pentecostés vienen de nuestro interior.

Ilustracion del libro
 Andadura Pascual de Alfredo Rubio

Etty Hillesum en su diario escribe: «Un pozo muy profundo hay dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. A veces me sucede alcanzarle, mas a menudo piedra y arena le cubren: entonces Dios está sepultado. Es necesario que lo vuelva a desenterrar» (Diario, 97).

La fiesta de Pentecostés nos invita a desenterrar nuestra zarza ardiente interior, y dejar que el soplo la vivifique. Hemos recibido con nuestro ser todo lo que necesitamos para santificar el mundo, para inundar el mundo con el fuego del amor. La zarza del Horeb no se consumió; nunca se apagará. Por ello siempre hay esperanza que nuestros corazones ardan, y nos impulsen a trabajar para una nueva humanidad.

Imagen Ana Maria Ollé 
Mosaicos Cueva de Manresa


 Fuente: Colegiatacieloenlatierra



Meditación    (video)


👆  VIDEO  








MAYO 2025

 Ser mujer en Pascua


Leticia Soberón Mainero
Psicóloga Experta en Inteligencia Colaborativa
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo


Se han multiplicado, afortunadamente, las reflexiones y subsidios que Internet ofrece para vivir a fondo la cincuentena Pascual. Poco a poco la Iglesia va adentrándose en la conciencia de que no basta quedarse en la Cuaresma y en el Vía Crucis para vivir la vida cristiana. Tras ese primer paso indispensable, hace falta seguir adelante, hacer el «máster» o «postgrado» que Jesús ofreció a sus discípulos después de su resurrección, y que varios autores han ido expresando en el «Via Lucis» o «Camino de la Alegría», también en Internet.

Revisando esas hermosas iniciativas, es difícil expresar la hondura de lo que significa para una mujer, incluso hoy en día, acompañar y seguir a Jesucristo contemplando y ahondando en los días de su pasión, muerte y resurrección. Quizá haya quien piense que, ante Cristo, da lo mismo ser mujer que varón. No desearía discutir sobre ello. Digo simplemente que, si ya en forma habitual siento un gran gozo por el hecho de ser mujer, más conmoción aún me da vivirlo en estos días. Intento acercarme y calibrar la inmensa, la profunda sorpresa que debieron experimentar las mujeres que conocieron a Jesús, y que, quizá por primera vez en su vida, eran miradas por un hombre como personas. Fueron tratadas con respeto y con el reconocimiento de una dignidad que ignoraban tener. ¿No era ya ésta causa suficiente para desencadenar un llanto liberador, de consolación y gratitud? Eso en cualquier caso. Pero más aún si eran mujeres maltratadas, consideradas pecadoras; todas fueron acogidas con sencillez y misericordia. Al igual que los varones que quisieron seguir a Jesús, ellas hubieron de morir a sí mismas, convertirse sinceramente, abandonar el pecado y nacer a una nueva forma de ser. Pero ¡quién podía imaginarse que pudieran ser tratadas además como discípulas! Jesús se dirigía a ellas con una interlocución de iguales, que las equiparaba a sus hermanos varones.



Esas discípulas lo siguieron hasta el final. Como los millones de mujeres que aún hoy son tenidas por seres humanos de segunda clase, eran «últimas», consideradas poco más que animales de carga y los soldados les permitieron estar ahí. María, madre de Jesús, María Magdalena y María la de Cleofás, y otras que le habían servido con sus bienes. Todas ellas transidas de dolor, pero también valientes, fuertes y fieles.

¡En Pascua son las primeras en ver a Jesús! El Maestro envía nada menos que a mujeres como testigos privilegiados del acontecimiento más importante de la Historia! Apóstoles de los apóstoles. ¡Qué tarea, qué misión enorme, inexplorada aún, para las mujeres de nuestro tiempo! Una tarea que -lejos de cualquier tentación o lucha por un hipotético poder- requiere humildad, madurez humana, conversión, formación. Pero es, sobre todo, un inmenso don y un voto de confianza del Resucitado para las mujeres. Ser mujer en Pascua es acoger con alegría y con fe intrépida la voz de Cristo vivo; es escuchar y aprender sus mensajes pascuales para ser testigos de su Resurrección ante los Apóstoles de hoy y ante todos nuestros contemporáneos.


Meditación





ABRIL 2025

 Anclados en la esperanza


Assumpta Sendra Mestre
Profesora de Humanidades 
Miembro de la Colegiata Nuestra Señora del Cielo
Barcelona

Es urgente revisar el sentido auténtico de la esperanza tanto de manera personal como colectiva. Es necesario conocer por qué el Papa Francisco propone el Año Jubilar 2025 Spes non confundit, ‘la esperanza no defrauda’ palabras ya expresadas por San Pablo en la Carta a los Romanos 5, 5: «Una esperanza que no defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado». ¡Qué profundidad tener en cuenta que Dios llena con su amor nuestro corazón y que nos sostiene y acompaña siempre!

El Papa nos ofrece la oportunidad de replantear nuevos retos desde una nueva mirada. Sabemos que la esperanza es una actitud humana que forma parte del propio ser y que cada uno responde de manera distinta ante las adversidades. Cualquier persona ha vivido y vive momentos de esperanza y desesperanza. Cada uno siente y vive el sentido de la esperanza de modo distinto, ya que depende de muchos aspectos, básicamente de cómo uno se siente y del momento personal. Cuando se vive instalado en la esperanza hay más capacidad de asumir contratiempos, sufrimientos, dificultades, problemas y un largo etcétera. Y si además se vive instalado con y desde Dios, todo toma otra dimensión.

El documento del Papa describe el momento actual lleno de dificultades, tanto en el mundo como en la Iglesia: Todavía hace referencia a la pandemia mundial y sus consecuencias de cómo se sufrió y el drama de morir en soledad. Todo ello produjo incertidumbre, miedo, impotencia, dudas, desconcierto… Menciona la pérdida de valores humanos y cristianos y la poca transmisión de fe de unas generaciones a otras porque las familias se han descristianizado. Dice que, en nuestro entorno sociocultural actual, la pregunta sobre Dios y la fe pasa desapercibida y esto dificulta una apertura hacia el trascendente. Y reconoce la falta de entusiasmo por parte de las parroquias, sacerdotes y evangelizadores en su tarea de evangelizar. Todo ello forma parte de nuestra realidad y no podemos ignorarlo. El Papa dice que estas y muchas otras situaciones de violencia, conflictos, injusticias… producen desánimo, pesimismo, desencanto, inseguridad, desesperación… y advierte que estas dificultades no pueden bloquearnos ni paralizarnos, sino que deben llevarnos a encontrar un sentido.

Ante esta realidad el Papa dice que debe re-nacer la esperanza y re-avivar nuestro ánimo. Es decir, nos anima para este Jubileo a ser ‘Peregrinos de esperanza’ porque está convencido, que el mundo en general y los creyentes en particular, estamos necesitados de esperanza en muchos aspectos. Se ha de tomar conciencia de que es necesario re-avivar la esperanza en nosotros, porque sin ella la evangelización del mundo no es posible.

Consideremos cual es nuestro compromiso e implicación para ser portadores de esperanza con la palabra y los hechos. La esperanza se relaciona con el valor del esfuerzo y es un valor de la madurez humana. También es una vocación solidaria que permite contagiar nuestro entusiasmo, dar ánimos y ofrecer nuestra ayuda. Transmitirla es no esconder ni endulzar las dificultades, sino asumirlas plenamente desde la confianza y autenticidad.

La esperanza solo se puede transmitir cuando realmente se vive y se siente, es agotador ser portador de ella si no hay esta coherencia entre el vivir y dar. Solo se puede ofrecer cuando realmente se vive. Ser donador de esperanza pide aceptar la realidad y asumir con valentía y decisión la responsabilidad de la propia vida.

La esperanza es dinámica y activa como el ser humano. Y desde la mirada trascendente, es esa parte de la fe que proporciona que las inquietudes, esfuerzos y entrega incondicional para colaborar y contribuir con las realidades, sean más solidarias. Esperanza, fe y caridad, las tres virtudes teologales son los referentes para vivir de forma coherente nuestro compromiso como creyente.

Seamos ‘signos tangibles’ de esperanza ante cualquier situación, portadores de esperanza con nuestras actitudes, sembradores de esperanza con el deseo de recoger frutos que posibilitan el bien, generadores de esperanza en nuestros ambientes cotidianos, testimonios creíbles de esperanza con nuestra manera de ser. Y seamos luz de esperanza para orientar en el camino de la vida. Todo ello será posible si estamos bien enraizados en Cristo Resucitado.

Fuente: Hoja de Nuestra Señora de la ClaraEsperanza No.220