EL LUCIDO REALISMO DE SAN JOSE
Aunque
se sabe poco de él, hay un par de rasgos que siempre me han llamado la atención
y que me gustaría hacer presente: su manera de ser discreta y el dejarse
llevar, aún con todas sus incertidumbres, por lo que escucha en sueños.
Él
amó y educó al Hijo de Dios sin reclamar protagonismo, sin narcisismo,
dejándose hacer y llevar por un lúcido realismo. Aún sin entender bien lo que
en sueños se le decía, guardaba todo en su corazón y lo llevaba a la práctica
de la mejor manera posible, intuyendo con fe lo que venía de la Providencia.
Deduzco que lo que guardaba en el corazón lo rezaba y, quizás, aún con dudas se
fiaba sin tergiversar lo que escuchaba o veía. Los sueños indican a José que
debe reaccionar positivamente ante esa tesitura de circunstancias externas
adversas que le toca vivir a toda la familia para que el Niño pueda nacer y
crecer en el calor de un hogar. Por como Él vivió sabemos que este fue un lugar
idóneo donde crecer no sólo en edad, sino también en sabiduría.
De
todos es sabido que para que la vida nazca y crezca se necesita un apoyo discreto
y una seguridad incondicional. Pues bien, la que demos las personas en estos tiempos
de inseguridad y cierto cansancio puede marcar la diferencia entre el
replegamiento del miedo y la expansión de la vida; entre la soledad depresiva y
la tranquilidad del saberse acompañado; entre el temor al futuro desconocido y
la aceptación lúcida del tiempo presente.
En
estos momentos de restricciones confinatorias, haríamos bien en ver aquello que
nos llega de fuera, meditarlo lentamente en nuestro corazón, contrastarlo con
lo que nos viene de dentro para actuar, en consecuencia, de la mejor manera
posible a nuestro alcance individual y colectivo. De no ser así, podemos ser
fácilmente cómplices de la frivolidad en sus múltiples formas.
Mosaicos sobre San José, elaborados por Marko Ivan Rupnik (Cueva San Ignasio - Manresa) |
En
su caso, el ángel le enseña que es en el día a día donde hay que dejarse llevar
para conducir a los demás a otros lugares o realidades donde vivir en plenitud como personas.
Aunque
es cierto que, a veces, es necesario soñar con otras maneras de ser y hacer
posibles, no siempre es fácil acompañar ni dejarse llevar en estos procesos
lentos, graduales y complejos que requieren un cultivo interior en soledad y
silencio para interiorizarlos viendo su evolución interior y exterior. Muchas
veces nuestros propios sueños nos impiden escuchar la voz de esos otros que
surgen cuando nos aquietamos o cuando no nos dejamos llevar por el pánico de
esas olas que crecen en altura en el mar durante la tempestad, como les pasó a
esos discípulos del evangelio. Quizás ellos, como nosotros también, aún no
estaban convencidos del todo de que solo Dios puede transformar los momentos
límites de nuestra existencia. El miedo puede ser terrible porque paraliza
todo, hasta la esperanza.
Qué
duda cabe de que, entre las personas comunes y corrientes con las cuales nos
relacionamos, podemos encontrar todo lo que buscamos si vivimos despiertos a
esa Presencia discreta de Dios en la vida. Como la de José, si nuestra vida
diaria es lugar de encuentro y convivencia de cielo, esta se transforma. Él no
se resignó pasivamente, más bien, aceptó con valentía la situación de María y,
al hacerlo, tuvo esa fortaleza que solo puede venir de lo alto.
Para
acoger la existencia tal como es, incluso en su parte contradictoria y
limitada, se hace necesario acoger su dimensión de misterio y saber que nuestro
obrar no es indiferente ante Dios.
Ver
lúcidamente, acoger valientemente y aceptar todo lo bueno que va germinando
dentro de los corazones de tantas personas discretas que hacen su trabajo
honesta y creativamente, puede ser una buena forma de vivirlo también a nivel
colectivo en esta casa común que todos habitamos.
Se requiere mucha inventiva creativa y valentía para vivir, entre todos, sin protagonismos, trocitos de cielo en la tierra.
Angeles Isidoro
Pedagoga
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