FEBRERO 2022

APROXIMÁNDOME AL INDÓMITO SUR

 

Curioso estar frente a un lugar donde el mar arrasó con todo, claro, hace doce años. Doce: tres por cuatro; doce: nueve y tres; doce: siete y cinco. Doce: un perro es anciano, un gato también. Un humano de doce, todavía es menor, requiere atención, aunque ya es muy autónomo y se cree adulto (sorry al lector no quiero ofender).

 

También estos doce años de la Costa del Maule, en Chile, tienen que ser de cuidado, a la par de la exuberante fuerza de la vida, todavía hay muros y casas nunca más en pie. Quedaron ahí. Los carteles de evacuación en caso de tsunami están por todas partes para recordar que el mar se entra. Pero la normalidad abunda, como siempre, al día siguiente de la tormenta.

 

Las gaviotas felices hurguetean las orillas, llenas de pulgas de mar, machas y tantos moluscos que hacen sus caminos entre las arenas, como los juncos del humedal de Putú, suaves y fuertes a la vez, en esta porfía que tiene la vida de salir adelante.

 

Y claro, así son las gentes de estos lados, fuertes, trabajadores, de mar adentro, muchos pescadores, toda la costa tiene productos marinos frescos: algas, moluscos, crustáceos y pescados, pero también, gracias al choque de las dos placas tectónicas, la Pacífico contra la Continental, por subducción, resulta que el océano invade el cerro, -nunca mejor dicho- y vacas, caballos y hortalizas, pastan y crecen a borde orilla. De hecho, antes de la amenazante exportación de granos, este era el granero de Chile.

Acá, casi no es necesario rezar, Dios entra por los poros. Es tal la grandeza y presencia creadora que difícil es no ser artista, contemplativo e interreligioso, es como si una sola no bastara.

 

Y así sentados, siempre es frente a algo: mar, cerro, humedales, ríos, reservas, cielo, pastos… la vista se ensancha y penetra en el -a veces seco- ojo del visitante, transeúnte que se impregna de luz y color (qué débiles y pobres son a veces las palabras).

 

Imagenes Elisabet Juanola

No es playa, es mar abierto, indómito, fuerte en sus mareas, trenes de olas de natural tres y cuatro metros promedio, no se trata de saber nadar, es otra cosa… es supervivencia, pequeñez. Cuidado humanos, cuando la tierra respira vamos bien, ¡si estornuda es otra cosa!


Elisabet Juanola


Periodista

Miembro de la Colegiata de Ntra. Sra. del Cielo


Imagenes: Cortesía de Elisabet Juanola





CAMINAR JUNT@S



3. Tomar la palabra

 

El tercer tema que nos propone la Secretaría del Sínodo es "Tomar la palabra". Nos hace preguntarnos en qué medida en nuestras comunidades, parroquias, movimientos, podemos expresarnos con libertad, verdad y caridad. Si se dan las condiciones para que las personas puedan opinar con autenticidad y sin temor a ser juzgadas y condenadas por sus opiniones, claro está que expresadas siempre con respeto y sencillez. La Iglesia debería ser un espacio donde aprendamos a formular nuestras convicciones de ese modo.

 

Dentro del mismo ámbito de tomar la palabra, se encuentra la cuestión de cómo nos relacionamos con los medios de comunicación, cómo está la Iglesia presente en ellos, y si comunica su mensaje de manera eficaz; quién habla en nombre de la comunidad y si esas personas la representan debidamente.

 

¿Estamos en un clima de libertad comunicativa, dentro y fuera de nuestras comunidades?

 


MEDITACIÓN 

 

Imagen Toñi Ortiz

1 comentario:

  1. Maravillosa página.
    Las tres tres lecturas de hoy muy sugerentes. Gracias.
    Somos pequeños y muy frágiles.
    La inmensidad: sólo Dios, quien llama a la libertad.

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