MAYO 2022

Cristo vive

Cristo vive, Christus vivit, es una de las exhortaciones apostólicas del papa Francisco dirigida especialmente a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios. El primer punto dice: “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!”

Que proclamación tan profunda “¡Él vive y te quiere vivo!”. Precisamente acabamos de vivir una vez más la resurrección de Cristo que nos invita de nuevo a vivir el sentido de la resurrección, pero el Papa añade “te quiere vivo” y esta exclamación nos pide profundizar como cada uno vive esta experiencia. Y, en el segundo punto, el Papa dice: “Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar.”

Estas palabras del Papa nos dan una fuerza profunda y espiritual, que yo percibo como un ‘grito’ para reconocer que Cristo vive para que cada uno encarnemos y sintamos esta presencia en nuestro ser y en nuestra vida, ya que nuestro ser se inserta en la transcendencia gracias al don del sacramento del bautismo.

También la Iglesia, en la vigilia pascual, proclama la gran alegría de que Jesús vive porque ha resucitado. El relato evangélico del sepulcro vacío (Lucas 24, 1-12) dice: “¿Por qué buscáis entre los muertos a aquel que vive?. Recordad cómo os hablaba cuando estaba en Galilea (…), y, al tercer día, había de resucitar”. Este gran evento ya estaba anunciado pero, precisamente, son las mujeres las que anuncian a los apóstoles que Jesús ha resucitado. Qué momento tan significativo y qué gran misión: ser mensajeras de este gran suceso, es decir, ser las apóstalas de los apóstoles.

Imagen Sister of Saint Joseph of Chambérry

De alguna manera las mujeres ya murieron con Cristo y también resucitaron con Él. Quizás, algunos todavía siguen contemplando a Jesús en la cruz y no han percibido la novedad de la presencia de Jesucristo resucitado que invita a ser personas nuevas para vivir el Reino de Dios que el mismo Jesús ofreció. Reino que invita a vivir desde y con la caridad.

Por lo tanto, hoy nos preguntamos: ¿Cómo vivimos la resurrección? ¿Ciertamente, nos la creemos? ¿Todavía dudamos? ¿Necesitamos ver y tocar? A través de los textos de las apariciones de Jesús con la gente de su época hasta la Ascensión, podemos entender  e interpretar aquellos momentos. Pero hoy, en la actualidad, qué significado tiene para cada uno la presencia de Cristo vivo. La religiosa Mariola López comenta sobre los relatos que narran el encuentro con el Señor Resucitado: “El Resucitado se presenta como presencia que da vida: se deja ver, sale al encuentro, habla, interpela, corrige, anima, comunica paz, seguridad, alegría, confirmación. Su manera de hacerse presente es personal, identificadora, de nombre a nombre, suscitando recuerdos cariñosos y experiencias comunes. Sus encuentros son fugaces. Solo busca tocar el corazón, darles un soplo que les permita reaccionar, sacudirse la tristeza y devolverlos a la vida.”

La experiencia de vivir y sentir a Jesús Resucitado es personal e indelegable porque Jesús sale al encuentro y nos llama por nuestro nombre. Requiere una actitud receptiva para percibir cualquier signo y requiere creer y confiar. Los cristianos creyentes podemos participar de la eucaristía que nos permite comulgar del “Cuerpo de Cristo”, esta también es una manera de vivirlo.

Muramos a las actitudes viejas que no son del Reino y vivamos resucitados con Él. Jesús Resucitado nos invita a ser personas nuevas, sintiendo y reconociendo en nuestro ser su presencia que no nos abandona y nos dice “no temáis”. Esta actitud valiente nos pide tener fe y vivir humildemente para ser portadores de esperanza. Y Jesús nos dice “paz a vosotros”, una paz nueva que nos impulsa para dar testimonio de lo que vivimos. Cristo vive para siempre y con alegría debemos ejercer esta misión de ser portadores de esta experiencia de Jesús Resucitado.

Assumpta Sendra Mestre

Profesora de Humanidades URL-Barcelona
Miembro de la Colegiata de Nuestra Señora del Cielo



Caminar junt@s


6. Dialogar en la iglesia y la sociedad:

  
El diálogo interno y externo en la Iglesia, es un camino importante para la construcción de las comunidades, y también para la relación con la sociedad.

Pero requiere método y perseverancia, que comprende también silencios y sufrimientos, pero que es capaz de recoger la experiencia de las personas y de los pueblos. El Sínodo nos hace preguntarnos cuánto y cómo dialogamos internamente, qué tanto impulsamos diálogos plurales y diversos hacia fuera de la Iglesia, con qué sectores sociales dialogamos y con cuáles no...

¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades? ¿Cómo nos abrimos a las personas y grupos que nos interpelan para dar razón de nuestra esperanza?.



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