ABRIL 2024


Sobre la amistad                                 

Anna Maria Ollé
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo

                                

Me invitaron a participar y conversar en un Encuentro amical de un grupo de hombres y mujeres en edad madura que, pasando todos de los 60, de niños o de jovencitos habían estudiado juntos en la escuela básica, emprendiendo luego diferentes caminos. 

Sorprendió que iniciara la charla con ‘mi credo’, Apuesto por la amistad y exclamo esperanzada que ella puede salvarnos, puede ser el camino para una transformación en nosotros y en este mundo. Sí, creo firmemente que la amistad es soporte para construir la paz y la concordia que tanto todos y todas anhelamos.  Y lo percibo así pues constato que, si somos amigos es más fácil encontrar maneras creativas para resolver conflictos, superar diferencias o dificultades, organizarnos para construir algo diferente… Mejorar, renovar, cuidar, respetar nuestro entorno, su gente y el mundo que nos rodea. 

Diría que, en la medida que vamos teniendo experiencias de amistad verdadera, nos vamos esponjando, humanizando y creciendo en lo que somos, puesto que los amigos nos acercan a la esencia de nuestro ser, que es Ser con los demás. 

Decía Aristóteles que la amistad “es lo más necesario de la vida. Sin amigos, nadie querría vivir. Cuando los hombres son amigos, no hay ninguna necesidad de invocar la justicia pues está entre ellos, pero aun siendo justos necesitamos de la amistad. Y es que la amistad no es sólo algo necesario, sino también algo hermoso” (cfr. Ética a Nicómaco, VIII). 

Una autentica amistad exige querer el bien del otro, apreciarlo por lo que es y desear que sea feliz, que se realice plenamente.  No habrá verdadera amistad si se construye esta relación desde el interés personal, la utilidad o el beneficio.  Quizás por eso fracasan algunas relaciones matrimoniales y entre amigos. 

La amistad verdadera jamás trata de atarte, ni poseerte, ni te esclaviza o chantajea; más bien, apoya tus decisiones, desea la felicidad del amigo: su alegría es mi alegría y viceversa. 

Un amigo también es capaz de darte “jalones de orejas” cuando lo necesitas. Va al grano para llamar tu atención si percibe, por ejemplo, que estás descuidando la salud o cometiendo un grave error.  

El perdón es imprescindible para mejorar cualquier tipo de relación; también en la amistad. Cuando se presenta un daño, un error o equivocación entre amigos, buscamos entender la falta y perdonar, siempre que haya un deseo de rectificación o un esfuerzo de mejora. 

Me agradan y me identifico con las palabras de Laín Entralgo cuando expresa que, “La amistad es una comunicación amorosa entre dos personas, para el mutuo bien de ellas, y a través de modos singulares y diferentes de ser persona, se realiza y perfecciona la humanidad” (Sobre la amistad, Madrid, 1972).  ¡Qué hermoso!  Entiendo que consiste en un ir a fondo, al centro, a la esencia del ser del otro. Además de apreciarlo en lo que es, respetarlo con sus límites, defectos y cualidades pues no somos perfectos.  Y aunque los años vayan pasando y cambiamos el temperamento, los gustos, las preferencias, el pelo, la piel o la silueta; la amistad puede permanecer y crecer con el tiempo. Se va forjando, cultivando con esfuerzo, trato y delicadeza. 

Queda evidente que una amistad sincera es reciproca, se corresponde, no puede ser unidireccional. Sin embargo, la amistad no es simétrica ya que cada cual da desde lo que es y valora al otro en lo que es. Tenemos estilos diferentes en el ser, hacer, pensar, vivir…  Puedes pensar de un modo y el amigo, de otro; puedes apoyar a un equipo y él al rival; puedes ser servicial y él más flojo… Si la amistad es verdadera, esto son nimiedades. 

La amistad profunda se fundamenta en el amor desinteresado y el aprecio. Esto significa no comprometer al amigo, ni perjudicarlo con chismes o intimidades.  Y añadiría, el engaño, la ironía, la burla o el sarcasmo no son aliadas de una verdadera amistad, más bien la hieren a muerte. 

Otros aspectos importantes en la amistad es que haya conocimiento de este cariño mutuo, que se pueda expresar, intuir, entrever, saborear con palabras, gestos, silencios, presencias auténticas en horas tristes o alegres. 

Vivir una autentica amistad exige amar y dejarse amar. Como en la mayoría de las relaciones, es igual de importante, dar como el recibir.  Que no hay desequilibrio ni falsa humildad; ser capaces de reconocernos limitados, vulnerables, necesitados y deseosos de expresar el afecto de mil maneras.  Dar y recibir, sin exigirlo, ni mandarlo. El amigo pide, propone, solicita, no impone. No hay coacción, ni dependencia, no hay obligación.  Entre amigos se acoge, se da, se comparte y no sólo las cosas materiales. 

Antoine de Saint-Exupéry en su obra El Principito, describió magistralmente el modo cómo expresar y comportarse para que surja la amistad.  Es la escena en que el zorro explica al Principito cómo llegar a ser su amigo y le dice: “paciencia, discreción, prudencia y tiempo para saber esperar al amigo, es todo cuanto necesitamos aprender para que surja la amistad". 


Ya que estamos hablando de amistad verdadera, es importante que reconozcamos que no estamos solos. Existe un amigo veraz, auténtico, discreto, abierto a recibirnos en relación profunda de amistad. Nunca falla, y en él siempre podemos confiar; sí, me refiero a Jesús: el Maestro, el amigo fiel de los que quieran acercarse a él. 

Jesucristo trató como “amigo” a Lázaro, a sus discípulos y discípulas; incluso a publicanos y pecadores… Sus palabras nos lo recuerdan, “nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos (...) No os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos” (Jn. 15, 13-15). 

Jesús es el amigo paciente, fiel. Está presente en nuestra existencia, basta que nos acerquemos a él, lo escuchemos, apreciemos su cercanía; y le llamemos: ‘Jesús, amigo, en ti confío’. 

Hemos recorrido un camino para profundizar sobre la auténtica amistad que, surge de un deseo, un tiempo, un don, una dedicación; y que se vive desde el ofrecimiento y la reciprocidad. Estos elementos, como roca firme, son para que la amistad persevere a través de pruebas y adversidades. 

¡Qué gozo compartir con amigos, la vida de cada día!

  

Celebrando el XXX Aniversario de Colegialidad

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La Colegiata Nuestra Señora del Cielo celebra 30 años de compromiso teológico y espiritual. Lo que comenzó como una semilla en el desierto de Sonora, al norte de México, ha florecido en un árbol cuyas ramas se extienden más allá de las fronteras de su lugar de origen.

A lo largo de los años, desde su fundación el 10 de abril de 1994, un día simbólico que coincide con el segundo domingo de Pascua, en la ciudad de Hermosillo, un grupo visionario de mujeres mexicanas lideradas por el inspirador P. Alfredo Rubio de Castarlenas, han crecido y evolucionado, atrayendo a mujeres comprometidas de diversos países y culturas como República Dominicana, Guatemala, Chile, Colombia, Portugal y España, que desean contribuir desde su experiencia y perspectiva.

La esencia de la Colegiata se refleja en mujeres como Dolores González de Quesada (1903-1989), cuya vida fue un testimonio vivo del espíritu que anima a esta comunidad. Con una fe intrépida y valiente, Dolores integró armónicamente los momentos de soledad y silencio, la creación de espacios de convivencia y amistad, y su dedicación al servicio de quienes la rodeaban. Su vida fue un faro de inspiración y un modelo a seguir para todas las mujeres que forman parte de esta comunidad.

La Colegiata también ha dejado una marca indeleble en el ámbito teológico más allá de sus fronteras. A través de encuentros de reflexión teológica en diferentes partes de Iberoamérica, ha compartido su sabiduría, aprendido de otras perspectivas y fortalecido los lazos de solidaridad entre mujeres teólogas.

En este momento de celebración, miramos hacia atrás con gratitud por el camino recorrido y hacia adelante con esperanza y determinación. Que la Colegiata Nuestra Señora del Cielo continúe siendo un refugio espiritual y faro de luz, para todas las mujeres que buscan hacer oír su voz en el ámbito teológico. Que siga siendo un lugar donde las raíces se fortalezcan y las ramas se extiendan aún más, llevando el mensaje de amor, justicia y esperanza a todos los rincones del mundo. ¡Feliz 30 aniversario, Colegiata Nuestra Señora del Cielo!


Meditación






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