MAYO 2020


Espiritualidad y reino de Dios

Desde hace un tiempo, se está manifestando una creciente búsqueda de la dimensión espiritual, que quizás se acentúe aún más a raíz de lo que está provocando en el mundo el covid-19.

El consumismo, el materialismo, la superficialidad, el activismo ya se ve que no llenan el hueco interior personal, ni son los que proveen de sentido la existencia. Tampoco son garantía de felicidad.

Dentro de esta búsqueda por cultivar la interioridad y abrirse a la dimensión trascendente, han ido surgiendo  -aparte de las que ya históricamente existían- nuevas y diversas propuestas de espiritualidad. Algunas de ellas, mezcla de elementos provenientes de diferentes fuentes, cosmovisiones, religiones o pseudoreligiones, etc. formando un curioso sincretismo. Más allá de la validez que cada una de estas propuestas pueda tener para cada persona en particular, quizás podríamos preguntarnos cuál sería el criterio para saber si ese camino espiritual en particular me lleva a una mayor hondura como ser humano. Y si como cristiana me conduce a una mayor unidad con la Trinidad y con los demás seres de la creación.

Uno de los aspectos que más llama la atención de estas nuevas ofertas espirituales es que, en bastantes casos, conducen hacia un subjetivismo espiritualista. Lo que se busca es, ante todo, la “perfección” de uno mismo, lo cual lleva a un autocentramiento que no deja ver más allá del propio ombligo.
Jesús de Nazaret se retiraba para estar a solas y en silencio con el Padre. En el monte, en el campo, por los caminos… Antes de elegir a los doce, pasó la noche en oración en la montaña, en diálogo con Dios Padre. Era una decisión demasiado importante como para ser improvisada. Tenía que hacerse desde la más profunda unidad con el Padre. Eligió a los doce y, después, con ellos bajó al valle donde multitud de personas esperaban para ser sanadas, para escuchar palabras que infundieran en ellos un destello de esperanza en medio de sus duras vidas. Podemos ver aquí una sucesión: a solas y en silencio con Dios Padre; vida de amistad y de comunidad con los discípulos; llevando a cabo su misión en el mundo, con la gente (Lc. 6,12-19).

Jesús nunca habló de “espiritualidad”. De lo que si habla, más de un centenar de veces, es del reino de Dios. Esta es su misión: “Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Enmendaos y creed la buena noticia.” (Mc 1,15; Mt 4,17); “También a otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios; para eso me han enviado” (Lc 4,43).


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Por tanto, la espiritualidad propiamente cristiana, tiene que tener su raíz y su foco, su horizonte, en el reino de Dios. Y el reino de Dios implica trabajar por un mundo más justo, solidario y fraterno, teniendo especial atención hacia los que más padecen por un sistema que los excluye y los oprime: los pobres de ahora y de siempre. La auténtica espiritualidad nos debe orientar hacia una entrega de amor hecho servicio.


Lourdes Flavià Forcada
Murtra Santa María del Silencio
Miembro de la Colegiata Ntra. Sra. del Cielo



MEDITACION JUEVES SANTO 2020 DIA DEL AMOR FRATERNO realizada por Lourdes Flavià - Grabada en Radio María Reina para la Iglesia de Calama (Chile)